domingo, 31 de enero de 2016

La vergüenza nacional

No es una película de Berlanga, porque murió antes de rodarla, pero la estoy viendo todos los días y la "echan" por televisión con una regularidad pasmosa que no termina de aburrir porque no termina de terminar; describe el imperio austrohúngaro y recolector (saqueador dirían ellos) del Pepé y sus cacerías de zorros con coleta por el coto público. Además, se ven grandes cenas en que no se ponen bermejos, o como se dice en vulgazo rojos (no procede) ni morados (no cuela) ni verdes (contaminan como puercos), pero sí negros, porque las cenas que les pagamos son una merienda de negros a costa de las tarjetas black que han hecho crack los persupuestos familiares (si no los salvaran los superabuelos de siempre, que andan por ahí con cinturones de cuerda y como inspectores de obras).

La vergüenza nacional es el PP y su lameculismo de las generosas mitades de la Merkel, que ha resultado ser mejor persona que el mismo Rajoy y amite más refugiados que los ricos vergonzantes de su cotarro. Les llamaría pordioseros después del rescate pero lo que han resultado ser es porbolsilleros, aunque alguno les llamaría porculizantes. Si Rus no pudiera robar tendría que pedir por caridad para coches, lujos y putos. Las agrupaciones criminales del pepeísmo se están haciendo una ética de no tener ética y una vergüenza de no tener vergüenza. Un mundo al revés, un adynaton, vaya, como el de la sátira grecolatina. "Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas". Van con la mentira por delante y hay que oírlos al revés, como las palabras del Demonio. Seguro que poniendo al revés las grabaciones de Rajoy no se oyen los graznidos de las gaviotas, sino la voz del Padre de la mentira (que es uno de los títulos que se autoconcede Satanás, según el demonólogo y exorcista padre Fortea, quien, por cierto, acaba de publicar un interesante "Tratado sobre almas perdidas").

La hamartia o error trágico de este sainete del pepeísmo es su codicia insaciable, el "Con usura" de Ezra Pound. Al momento que los coletas vienen a un ayuntamiento, como el de Madrid, el engorde artificial del ganado / presupuesto empieza a enflacecer y a padecer una anemia perniciosa, una anorexia fuera de madre y la deuda pública empieza a bajar y a bajar hasta lo escandaloso, cuando lo normal en un saludable régimen pseudodemocrático es que engorde y suba, suba y suba hasta las estrellas y más allá (In a fellowless firmament, diría Walter Foss) para solaz de unos pocos. Da igual quien sea: si es el PSOE engorda, si es del PP también. Son unos adoradores de los números, a los que habría que recordar lo que dijo un economista de Bolaños (que es ser mucho economista), uno de esos manchegos tan eminentes como olvidados: "La estadística sirve para aliviar el sufrimiento humano". El sufrimiento humano, eso que no quieren oír en el PP.

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