"La venganza es mía, dice el Señor", como recuerda El renacido. Es de Pablo, Romanos 12:19-21:
No tomen venganza, queridos hermanos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: «Mía es la venganza; yo pagaré», dice el Señor. Antes bien, «Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así, harás que se avergüence de su conducta». No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien.
También el rencor y la ira son detestables;
el pecador las guarda en su interior.
Del vengativo se vengará el señor,
que de sus pecados llevará la cuenta exacta.
Perdona a tu prójimo la ofensa,
y cuando reces, serán perdonados tus pecados.
El que alimenta rencor contra otro,
¿cómo puede pedir curación al Señor?
Si un hombre no se compadece de su semejante,
¿cómo se atreve a suplicar por sus culpas?
Si es un simple mortal y guarda rencor,
¿quién le va a perdonar sus pecados?
Acuérdate de tu fin y deja de odiar,
acuérdate de la corrupción y de la muerte,
y sé fiel a los mandamientos.
Acuérdate de los mandamientos
y no guardes rencor a tu prójimo.
Acuérdate de la alianza del Altísimo
y pasa por alto las ofensas.
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