miércoles, 24 de marzo de 2021

Las dos caras de la regla de oro. No hacer el bien ya es un mal muy grande.

Mateo 7:12

La Regla de Oro

En su célebre Sermón del Monte, Jesús enseñó un principio fundamental para tener buenas relaciones con nuestro prójimo. Él dijo lo siguiente: “Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). A esta norma de conducta se la conoce habitualmente como la Regla de Oro.

Algunas personas emplean lo que pudiéramos decir que es una versión negativa de dicho principio: “No hagan a los demás lo que no les gustaría que les hicieran a ustedes”. Si analizamos la parábola de Jesús sobre el buen samaritano, veremos claramente la diferencia entre la Regla de Oro y su versión negativa. A cierto judío le dieron una paliza y lo dejaron medio muerto, tirado en el camino. Un sacerdote lo vio, y más tarde también un levita, pero ambos pasaron de largo. Como ninguno de los dos hizo nada para empeorar el estado de aquel hombre, podría decirse que ambos cumplieron la versión negativa de la Regla de Oro. Sin embargo, un samaritano que pasaba por allí decidió detenerse, vendarle las heridas y trasladarlo a una posada. Su forma de actuar estuvo en conformidad con la Regla de Oro, pues trató a su prójimo como hubiera querido que lo trataran a él. Sin duda, esa fue la decisión correcta (Lucas 10:30-37).

Si nosotros seguimos este principio en todo momento de nuestra vida, obtendremos beneficios que nos harán felices. Suponga, por ejemplo, que una nueva familia llega a su vecindario. ¿Por qué no toma la iniciativa de presentarse y darles la bienvenida? Podría proporcionarles alguna información de utilidad sobre la zona y ofrecerse a ayudarles con cualquier pregunta o necesidad que les surja. Si usted da el primer paso y los trata con cortesía, establecerá una buena relación con sus nuevos vecinos. Y además, tendrá la satisfacción de saber que ha escogido hacer lo que a Dios le agrada. ¿No le parece una excelente decisión?

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