domingo, 14 de marzo de 2021

Libros tristes

De Ana Belén Ruiz, argentina, en Quora:

Uno de los libros más hermosos que leí en mi vida, pero en su momento me llenó de tristeza. Leyéndolo de grande, recién pude apreciar el mensaje esperanzador, pero siempre te deja el sabor amargo por el tema que toca: la muerte: “El enigma y el Espejo” de Jostein Gaarder

Este libro trata básicamente sobre la aceptación con tranquilidad de la muerte, y cuenta la historia de una niña, Cecilia, que tiene una enfermedad grave y vive aparatada del exterior, postrada en su cama. Vive un poco amargada al ver que ya no puede hacer las cosas que hacia antes, que no se cura, y que depende de su familia todo el tiempo. En parte esta un poco enfadada con Dios, con el mundo, ya que no acepta ni concibe que este enfermar una niña tan joven, y lo paga con su familia y los que le rodean. Recibe tratamiento médico en casa y muy controlado, pero no mejora. Su familia la apoya en todo momento, y aunque siempre están pendientes de ella, son los primeros que van aceptando que va a morir.

Un día recibe la inesperada visita de Ariel, que dice ser su ángel de la guarda. Al principio se muestra escéptica, pero solo hasta que delante de ella hace cosas impensables para el ser humano. Ariel y Cecilia mantienen conversaciones durante casi todo el libro, explicándose el uno al otro lo que es ser espíritu, y los que es ser humano, los secretos de la creación y la concepción de lo que es ser un ángel y ser humano a la vista del Dios Padre. Ariel le habla también de dos mundos: el mundo terrenal, y el mundo del otro lado del espejo, el espiritual.

Y no agrego más porque vale la pena leerlo

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Schul, un médico, en Quora:

Dos libros rusos que leí últimamente

Israël Metter La quinta esquina

Vassily Grossman, Vida y destino

El primero es cortito, pero profundo y poético. Es una autobiografía. Tiene una manera de contar su vida en la Unión Soviética, además de un gran amor, como jamás había leído antes. Lo leí dos veces.

La quinta esquina es la esquina inexistente de una habitación cuadrada con la cual los interrogadores de la KGB hacían enloquecer a los prisioneros.

El segundo es considerado por los rusos el Guerra y Paz del siglo XX y retrata las aventuras de un matemático bajo Stalin y la Segunda Guerra Mundial en Rusia. Es admirable.

Lo trate de leer durante años y no le entraba hasta que cuando mi padre falleció, como ya no lograba leer literatura menor, necesite algo grande. Me devore el libro en francés y luego lo volví a leer en español. Un coloso de la literatura universal.

Bueno, a los doce años llore a moco limpio con el Principito, y sin duda hubo otros. Ah si: el libro Sans Famille  de Hector Mallot. Y creo que todos los Jack London me desgarraron.

Otro que me hizo llorar fue La Storia de Elsa Morante. Contiene la más bella descripción de un perro que jamás halla leído. También lo leí dos veces.

De Ferdinand Céline, Viaje al fondo de la noche: no es triste sino que es tan pero tan pesimista que te deja una sensación amarga. Es para mí una de las mejores novelas del siglo XX.

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Gabi Gamboa, en Quora:

Voces de Chernóbil de Svetlana Alexievich. Esta no es la historia de que pasó el fatídico 26 de abril de 1986, de eso, como lo dice la misma Svetlana, ya hay muchos otros libros. Este es el relato de después. La historia de los “sobrevivientes”. Acá, aunque se habla de la muerte (¿y cómo no hacerlo?), el protagonismo lo tienen las emociones de cada uno de los entrevistados -viudas, liquidadores, madres, niños, campesinos, ingenieros- su culpa, amor, miedo y aceptación. Su desesperanza.

“Un niño de siete años. Cáncer de tiroides. Quise distraerlo con bromas. El chico se giró cara a la pared: «Sobre todo no me diga que no me moriré. Porque sé que me voy a morir».”

Es imposible leer este libro sin que se te fracture, no el corazón, sino el alma. Cada entrevista es tan dolorosa que tienes que hacer pausas para poder soportarlo. Es una tristeza tan profunda que no lloras, es peor: sientes que te mueres un poco.

Son personas relatando como sus vidas comunes se convirtieron en tragedia. Como lo que alguna vez fue esperanza se convirtió en desgracia.

“Hubo un tiempo en que envidiaba a los héroes. A los que habían participado en los grandes acontecimientos. A los que habían vivido épocas de ruptura, momentos cruciales de la historia. Soñaba [...] Pero ahora pienso de otro modo; no quiero convertirme en historia, no quiero vivir una época histórica como la de ahora.”

Un testimonio que me ha afectado tan profundamente (más de lo que creía posible), que no estoy segura de recomendarlo. Tal vez, solo si te sientes preparado para no volver a ser el mismo.

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Memoria por correspondencia (2012), de Emma Reyes. Un libro brutal que, en forma de cartas, cuenta el drama de la narradora y su hermana en los años 1920, en una Bogotá asquerosa y clasista, en la que los niños de origen humilde eran considerados estorbos, casi meros animales. Son 23 cartas que Reyes envía a un antiguo ministro e intelectual, a quien trató cuando ella vivía en París y él era embajador en ese país.

Protectora de artistas, escritores y de cuanto colombiano varado visitaba la Ciudad Luz durante los años 50 y 60 del siglo pasado, de Emma Reyes se sabía muy poco. Era pintora, pero la crítica vanguardista no la valoraba. Eso no le impidió viajar por México y otros países latinoamericanos donde fue reconocida en cenáculos cercanos al realismo socialista y al arte muralista.

¿Cuál había sido su vida antes de ser la famosa anfitriona parisina? Las cartas lo cuentan de una manera desgarradora (no quiero adelantar más para no hacer perder el interés a los posibles lectores). Hace poco leí un comentario del libro que hicieron en Facebook dos editores ecuatorianos y que sintetiza muy bien el valor de esta obra.

El libro lo leímos con mi pareja durante tres sábados, en la tarde. Al comienzo yo leía en voz alta, pero pronto el dolor de lo que leía me alteraba emocionalmente de tal modo, que empecé a llorar. Mi novia siguió leyendo despacio, oralmente, afectada también pero con la voz firme para seguir la narración; entre tanto yo maldecía a todos los hijos de p… que le habían hecho daño a Emma y a su hermana Helena, incluida la madre de las niñas, los padrastros, monjas, cura y adultos ruines que culpaban de su desgracia a las niñas por ser hijas “naturales” (extramatrimoniales, sin padre conocido).

Es un libro crudo, que toca, que hace saltar de ira, pero que tiene en medio de la crueldad momentos breves de gran dulzura, que dan fuerza para seguir leyendo, para creer que es posible lo humano en medio de lo inhumano: que la fuerza de creer en la esperanza, la rebeldía para superar el presente en situaciones límite, salva, empuja a la libertad.

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Angela Brown, en Quora:

Watership Down (La colina de Watership) de Richard Adams.

"Hazel ha vivido mucho tiempo, mucho más de lo que los conejos viven. Una mañana fría de marzo...."

Lo leí de niña y el final me mató. Me pareció sumamente triste y me hizo sentir todo lo trágico de la transitoriedad de la vida, del mundo, de absolutamente todo. El tiempo todo lo devora, irrevocable, irremediablemente; todo se convierte en meras memorias y éstas se pierden en el olvido. En aquel momento experimenté esta mezcla de tristesa, nostalgia y melancolía por todo lo perdido en el tiempo, por lo efímero que todas las cosas. Lo recuerdo hasta hoy, y es un sentimiento que de vez en cuando vuelve, se queda un ratito y se va...

“Time is a sort of river of passing events, and strong is its current; no sooner is a thing brought to sight than it is swept by and another takes its place, and this too will be swept away.” Marco Aurelio

PD: Este libro lo leí de niña; no tengo ni idea como lo percibiría leyéndlo de adulta, igual es horrible. Pero no lo voy a saber ya que no lo volveré a leer. Otro de mis libros favoritos de niña que leí incluso varias veces por lo mucho que me gustaba fue The Call of the Wild de Jack London (también me producía nostalgia)... y este sí que lo volví a leer de adulta y ya no me hizo tanta gracia. Lo despojé de una buena parte de la magia que tenía para mí y la verdad es que me arrepiento. No debería haberlo vuelto a leer. Las memorias de la niñez deben quedarse ahí...en la memoria :)

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Juanan Nuevo, escritor, en Quora:

Hay un montón de autores cuya producción es principalmente melancólica. Por ejemplo Camus con El extranjero y El mito de Sísifo podría optar a ese título, con permiso de Faulkner (El ruido y la furia, v.gr.), Marsé (Si te dicen que caí), Houllebecq, Delibes, Cela, Rulfo, Laforet, etc. En un tono sombrío, las obras de Céline, Vonnegut o Baricco elevan el poso de tristeza a tema principal. Algunas son obras maestras, y no hemos empezado con los poetas. Si la pregunta pidiera los cinco autores de las obras más tristes tendríamos un problema a la hora de elegir.

Ahora: sólo pide el más triste y eso es fácil. Antonio Lobo Antunes y cualquiera de sus novelas. Lobo Antunes (Lisboa, 1942) sólo podía ser portugués: la idea que recorre toda su obra como tema central es la pérdida, la añoranza y la inevitabilidad de la decadencia, lo que aproximadamente define la saudade.

Este sentimiento, en el que se recrea toda la cultura de un país a la que le gusta identificarse con el tópico de disfrutar de la tristeza, es inseparable de Pessoa, sobre todo del Libro del desasosiego, pero sólo Lobo Antunes, con sus relatos de la descolonización, llenos de horrores y decadencia lo usa como principal argamasa de su creación.

Si no hablas portugués, en la traducción se pierde una buena parte del ritmo. Aún así, por ejemplo, para empezar a disfrutar de una buena dosis de tristeza, te recomiendo escuchar esto mientras lees, por ejemplo, El orden natural de las cosas.


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David Sánchez, en Quora:

No me gusta leer libros tristes, no los buscaría, pero a veces cae en mis manos un libro triste [sólo te das cuenta si un libro es triste cuando lo lees]. El que recuerdo me ocasionó más angustia y congoja fue: México bárbaro (el artículo de Wikipedia da un excelente resumen, capítulo a capítulo que es bastante recomendable).

El libro fue escrito por el periodista estadounidense John Kenneth Turner, en 1909, donde resumía su trabajo de periodismo de investigación en México. Turner había pasado tiempo en México investigando los abusos de la dictadura de Porfirio Díaz, describe como el ejército mexicano capturaba, torturaba y vendía personas para trabajar en haciendas bajo condiciones de franca esclavitud (nominalmente en México no existía la esclavitud, pero varios generales se hicieron millonarios con el tráfico de hombres y mujeres, especialmente indígenas yaqui y de otras etnias).

A veces leo cosas que pasan en México y me pregunto si de alguna manera siempre ha habido un grupo de gente desalmada que se las ha apañado para perpetuar el horror acongojante sobre el que leí en México Bárbaro. Según sé en hacia los años 1960 muchas mexicanos tenían ese libro como lectura recomendada, creo que nunca debió dejar de ser lectura recomendada, y creo que actualmente casi nadie lee ese libro ya.


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La Antología del cuento triste, elaborada por Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs: “La vida es triste. Si es verdad que en un buen cuento se concentra toda la vida, y si la vida es triste, un buen cuento será siempre un cuento triste”.

También La balada del café triste, de Carson McCullers. Un fragmento: “Ante todo, el amor es una experiencia compartida por dos personas, pero esto no quiere decir que la experiencia sea la misma para las dos personas interesadas. Hay el amante y el amado, pero estos dos proceden de regiones distintas. Muchas veces la persona amada es sólo un estímulo para todo el amor dormido que se ha ido acumulando desde hace tiempo en el corazón del amante. Y de un modo u otro todo amante lo sabe. Siente en su alma que su amor es algo solitario. Conoce una nueva y extraña soledad, y este conocimiento le hace sufrir. Así que el amante apenas puede hacer una cosa: cobijar su amor en su corazón lo mejor posible; debe crearse un mundo interior completamente nuevo, un mundo intenso y extraño, completo en sí mismo. Y hay que añadir que este amante no tiene que ser necesariamente un joven que esté ahorrando para comprar un anillo de boda: este amante puede ser hombre, mujer, niño; en efecto, cualquier criatura humana sobre esta tierra. Pues bien, el amado también puede pertenecer a cualquier categoría. La persona más estrafalaria puede ser un estímulo para el amor. Un hombre puede ser un bisabuelo chocho y seguir amando a una muchacha desconocida que vio una tarde en las calles de Cheehaw dos décadas atrás. Un predicador puede amar a una mujer de la vida. El amado puede ser traicionero, astuto o tener malas costumbres. Sí, y el amante puede verlo tan claramente como los demás, pero sin que ello afecte en absoluto la evolución de su amor. La persona más mediocre puede ser objeto de un amor turbulento, extravagante y hermoso como los lirios venenosos de la ciénaga. Un buen hombre puede ser el estímulo para un amor violento y degradado, y un loco tartamudo puede despertar en el alma de alguien un cariño tierno y sencillo. Por lo tanto, el valor y la calidad del amor están determinados únicamente por el propio amante. Por este motivo, la mayoría de nosotros preferimos amar que ser amados. Casi todo el mundo quiere ser el amante. Y la verdad a secas es que de un modo profundamente secreto, la condición de ser amado es, para muchos, intolerable. El amado teme y odia al amante, y con toda la razón. Pues el amante está tratando continuamente de desnudar al amado. El amante implora cualquier posible relación con el amado, incluso si esta experiencia sólo puede causarle dolor…


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Jaqueline Alexia Prado Prado, en Quora:

Los que en este momento se me ocurren son:

La tregua de Mario Benedetti.- trata sobre un señor de 50 años que, mediante entradas en su diario, va describiendo su vida, y nos enteramos así que perdió a su esposa hace muchos años, tiene tres hijos adultos y no le ve mucho sentido a la vida. Sin embargo, con el tiempo se enamora de una practicante en su trabajo, de 23 años, y empieza a tener muchas dudas existenciales, por su lealtad a su difunta esposa, por la diferencia de edad, por lo que pensarán sus hijos, etc. Es triste tanto en el sentido de que tiene una perspectiva de la vida muy desesperanzada, como en su final.

Del amor y otros demonios de Gabriel García Márquez.- basta decir que es una tragedia en todos sus aspectos, pero además da una mezcla y rabia saber que todos los problemas que habían pudieron haber sido evitados por una suerte diferente, circunstancias diferentes, y una mentalidad menos cerrada y paranoica por parte de algunos personajes.

1984 de George Orwell.- es un libro que, por las dimensiones que abarca, uno ya se imagina hacia qué dirección irá. Pero aun así, la historia logra matar la esperanza de una forma abrumadora, que hace que uno no pueda más que resignarse a ver cómo todo empeora.


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Luis Lozano, escritor, en Quora:

La pregunta es interesante por su finalidad. Hubo un tiempo que pensé que los buenos libros y las buenas películas tenían que ser irremediablemente tristes. Craso error.

No recuerdo un libro con residuo de tristeza, sin embargo, Ana Karenina, Crimen y Castigo, Viaje al fin de la noche, El Desbarrancadero, Bajo el volcán, Trilce, son libros que podrían entristecer al lector. Pero en muchos casos creo que depende de la circunstancia en que sean leídos, sin embargo, cualquier sugerencia hace del juico demasiado subjetivo.

Para mí es mas fácil identificar películas tristes, incluso discos. Pero remiten nuevamente a la pura experiencia personal.

Parece que todo libro “triste” guarda también una alegría, que es dejarse cautivar y sentirse movido. Si bien no todo libro bueno debiera entristecer, sí debería calar, poner en crisis (quebrar), incluso fraccionar de alegría, melancolía o enojo, no solo de tristeza, de ahí mi confusión inicial.

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Nación Prozac de Elizabeth Wurtzel es el libro más triste y angustiante que he leído en mi vida. Es una autobiografía de quien sufrió depresión y ansiedad durante su juventud en los años 90. Su autora falleció hace poco de cáncer.

"A veces desgarrador, a veces cómico, indulgente consigo mismo, consciente de sí mismo, Nación Prozac posee el candor crudo de los ensayos de Joan Didion, el irritante exhibicionismo emocional de Sylvia Plath en La campana de cristal y el humor oscuro de una canción de Bob Dylan", escribió el mismo mes Michiko Kakutani, la afamada excrítica literaria de The New York Times.

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Oswaldo Goite, Quora:

Uno que encontré muy triste fue Vidas Oscuras” de José Rafael Pocaterra. Es una historia sobre una relación amorosa entre una chica del campo, hasta cierto punto inocente e ingenua y su primo, un caraqueño aficionado a la vida disipada y la bohemia. La historia transcurre en la Caracas de finales del siglo XIX.

Por lo otro, me llama la atención que Vivian Schul traiga a colación en su respuesta un libro de Vasili Grossman. A mi me pareció particularmente triste, no el que ella señala (no lo he leído aún) sino otra obra del mismo autor: Todo fluye. Libro terrible, si, pero muy recomendado.

Acabo de terminar de leer Los perros hambrientos de Ciro Alegría. Libro conmovedor y triste donde los haya. Sin desmerecer los que ya había señalado, es menester agregarlo a la selección

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Ojo de gato de Margaret Atwood

El libro trata de uno de los temas, que considero, menos explorados en la literatura: la infancia y sus consecuencias. No me refiero a las infancias felices, alegres, sino a las infancias con la dureza y egoísmo de los niños, con su determinación y forma tan fácil de lastimar a otros niños.

Ojo de gato trata sobre una artista, Elaine, que regresa a su ciudad natal para una exhibición en una galería mientras examina su vida, y como sus inseguridades y traumas, provienen de la niñez, una época que tantos consideran como gloriosa e inocente, pero no lo es para todos.

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Karhiann González,

Anand Nagar (La ciudad de la alegría) de Dominique Lapierre.

Invita a reflexionar y recordar que tu realidad está mejor que la de otros. Muestra la vida entre chabolas de la India, el sistema de mafias, explotación humana, las influencias religiosas impregnadas de ignorancia, el amor humilde y desinteresado de un padre entre tanto infortunio.

Su veracidad lo hace rico en drama, su cruda y radical trama eriza los sentidos. Es mi favorito. Quizás no es Cisnes Salvajes o Ana Karenina de el gran Tolstói, pero es muy triste ya que persiste en la actualidad.

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Enrique Pareja, 

Yo encontré tristísimo (o, más bien, amargo y sobrecogedor) La sombra del ciprés es alargada, gran libro del grandísimo Miguel Delibes. Tiene ya unos años, y de hecho fue su primera novela: Premio Nadal en 1947, publicada en 1948.

Lo recomiendo fervientemente. No sólo por la novela en sí, sino también por la maestría, la belleza y la precisión quirúrgica con la que (como siempre) maneja Delibes el idioma castellano. No en vano, y repito, ha sido uno de los muy, muy grandes.


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El árbol generoso de Shel Silverstein. Es un libro infantil.

La verdad es que siempre lo he leído en versión original, “The Giving Tree”. Solía leérselo a mis pequeños estudiantes, pero siempre terminaba llorando, sin excepción. Los pobres niños lloraban también, no sé si por el contenido del libro o de verme llorar a mí.

Así que hace años dejé de leérselo a mis estudiantes . Lo sigo teniendo en casa y a veces lo leo con mi hijo y lloramos juntos.


Las penas del joven Werther

Eleni el triste amor de una madre, basado en una historia real dela guerra en Grecia. Lo escribió su hijo un periodista norteamericano (nacionalizado) después del terrible episodio vivido por su Madre.

El viejo y el mar de Ernest Hemingway, la historia de un pescador sin suerte que un día sale al mar y pesca un gran pez espada, después de 3 días de lucha consigue matarlo y en su regreso a la costa el pez es devorado por tiburones y finalmente regresa solo con el esqueleto.

“Arrancad las semillas, fusilad a los niños”

Unos muchachos japoneses de un reformatorio huyen durante la segunda guerra mundial a una aldea. A pesar de los horrores de la guerra tratarán de recuperar su infancia, pero al horror precede el horror y la impiedad de sus compatriotas. Me recuerda mucho a La tumba de las luciérnagas.

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Elizabeth Cerón, Profesor

Tendría que decir El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince o Johnny empuñó su fusil de Dalton Trumbo: ambos hablan tanto desde la realidad como desde la ficción de la guerra, el conflicto y sus funestas consecuencias.

También me puso a llorar mucho El gato que venía del cielo de Takashi Hiraide, pero no precisamente por lo ‘triste’ (bueno, al final sí fue tristísimo), sino por la belleza de la narración.

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Carlos Maldonado Villaverde,

Tuve que leer todas las respuestas para darme cuenta de que variaban porque nadie ha leído todos los libros. En mi limitada bibliografía, el libro más triste e impactante es la Oración del 9 de febrero, donde Alfonso Reyes habla sobre su padre, el General Bernardo Reyes.

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Mags Sutton, 

Hay una autora interesante de los anos 1880–1943. Ella era una lesbiana, muy abierto, y sufría mucho por su sexualidad en aquellos tiempos. Se llamaba Radcliffe Hall, sus libros están escrito en un Ingles muy bonito. Para mi su libro mas triste es Adams Breed, que es la vida de un camarero, desilusionado con su vida, y sufre un trastorno mental. Es el único libro que me a hecho de llorar!

Las orquídeas rojas de Shanghai, sin duda. Es un libro que me dejó triste muchos días. Se lo dejé a mi hermana y cuando lo leyó me dijo que no volviera a recomendarle un libro tan triste porque le había hecho llorar mucho….y es que su relato penetra en el alma y te encoge. No apto para personas muy sensibles.

Mortal y rosa, de Francisco Umbral, es un sobrecogedor monólogo íntimo sobre la muerte de un hijo

Ampliación del campo de batalla, de Michel Houellebecq. No lo calificaría como un libro triste sino más bien deprimente. Recuerdo que cuando lo acabé de leer sentí un vacío, como si ya nada tuviera sentido. Lo recomiendo ampliamente, tanto al libro como al autor.

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Otros propuestos:

Paula de Isabel Allende

El principito

El Diario de Ana Frank

Flores en el ático

Hachiko

Las cenizas de Ángela de Frank McCourt

Humillados y Ofendidos. F. Dostoyevski.

Leopardi

Celine

“Nudo de víboras” de François Mauriac

Mi planta de naranja lima de Vasconcelos

Marianela de Galdós

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