No sentir, no parar, no dudar: así es el lado oscuro del estoicismo, en Abc de Madrid, por Carmen Burné, 22/08/2025:
Del autocontrol a la autoexplotación, el estoicismo moderno se convierte en el escaparate del rendimiento, el narcisismo y el sufrimiento performativo.
Despiértate a las cinco de la mañana, lávate la cara con hielo, haz cien abdominales, no reacciones a lo malo, y júntate solo con quien pueda beneficiarte. La filosofía ha ocupado un lugar importante en el imaginario colectivo en los últimos años, impulsada por la aparición de creadores de contenido en internet. En este contexto, el estoicismo es la comida rápida del 'lifestyle' en redes sociales, donde todos parecen tener un objetivo común: exponer su mejor lado, la mejor conducta, y los mejores hábitos. Esta ansia por la perfección, de todas formas, no es nueva.
Las 'Meditaciones' de Marco Aurelio se han convertido en los nuevos Diez Mandamientos, con más de 50 ediciones de distinta casas editoriales; uno de los libros más leídos de la historia. Pero el fenómeno no se detiene en lo clásico: 'Cómo ser un estoico' de Massimo Pigliucci; 'Lecciones de estoicismo' de John Sellars; 'El arte de vivir como un estoico' de David Fideler o 'El arte de la buena vida' de William B. Irvine son tan solo unos ejemplos de la epidemia que afecta a las librerías de España. Jorge Freire, filósofo, articulista y escritor, tiene claro qué sucede en la infección: «Uno, si se acerca a cualquier librería, diría que esto tiene un gran futuro, pero es un espejismo. Yo creo que ya está muriendo de éxito. La gente ya tiene un gran hartazgo de este tipo de libros».
El estoicismo es una escuela que se prolonga a lo largo de cinco siglos. Ahora, el estoicismo (o su gemelo moderno malvado) circula reducido a frases motivacionales y rutinas de alto rendimiento, sin una comprensión real de sus fundamentos éticos. Incluso en el ámbito empresarial tiene éxito: figuras como Elon Musk, Llados, Jordan B. Peterson o Jeff Bezos son a menudo citadas como ejemplos de supuestos estoicos, pero en realidad están muy alejados de la realidad de la filosofía: «Celebro que hablen de contención estoica, pero en la mayor parte de los casos, lo que estamos viendo no es estoicismo», dice Freire, y sin dudarlo, añade: «Eso explica que ahora tantos a 'gym bros' se les aparezca Séneca cuando están levantando pesas, porque su fascinación por los estoicos viene de su poco estoicismo».
Cómo ir del mito al método
Pedro Vivar, divulgador del pensamiento estoico y fundador de Programación Neuromotriz, lo resume así para ABC: «Estamos yéndonos de madre. No estamos usando la filosofía; la filosofía nos está utilizando a nosotros». Según él, muchas marcas se sirven del «efecto halo» para explotar al estoico como símbolo de éxito. En lugar de promover el autoconocimiento, el neoestoicismo refuerza estándares de conducta.
Vivar ofrece una perspectiva crítica desde dentro del fenómeno. Aunque la filosofía estoica sigue siendo parte de su forma de vida, su experiencia revela, en parte, qué es lo que sucede cuando se interpreta de forma performativa. Vivar describe cómo llegó a sentirse desconectado de sí mismo: «El estoicismo me había comido gran parte de mi personalidad. Me pasé tanto tiempo divulgando qué es lo que haría un estoico que terminé olvidando qué es lo que haría yo». Como solución, Vivar recurrió al estudio sistemático de otras tradiciones filosóficas, encontrando lo que llama «el camino del medio».
Pedro Vivar pone en cuestión uno de los mitos más extendidos: la supuesta frialdad emocional del estoico. Para él, la verdadera fortaleza reside en expresar las emociones desde la conciencia: «Una persona verdaderamente estoica es quien no teme expresar», y es que la emocionalidad no es lo opuesto a la razón, sino una condición inevitable de la experiencia humana. Jorge Freire insiste también en que para los estoicos clásicos hay una relación directa entre física y lógica: «eso quiere decir una cosa: y es que el cosmos está ordenado, y si tú quieres ser feliz, tienes que adecuarte a ese orden». Ante esto, Freire desmiente uno de los principales pilares de la filosofía estoica, estrechamente ligado a la cultura del esfuerzo que estos 'influencers' promueven en sus redes sociales. «No hay aspiracionismo en el estoicismo; es una filosofía determinista. Esto quiere decir que si tú naces peón, mueres peón, y si tú naces emperador, como Marco Aurelio, vas a ser emperador», sentencia Freire.
Para aprender acerca del verdadero estoicismo, Vivar propone su profundización crítica: «Apúntate a una Stoa». Esta propuesta es la que impulsa Kellys Rodríguez, fundadora de Stoa Madrid, un espacio donde el estoicismo se vive como una práctica grupal. Inspirada por la 'Stoa Poikile', Kellys reivindica el carácter público, abierto y dialógico del pensamiento estoico: para ella, el verdadero estoicismo se transmite desde la conversación viva, el acompañamiento y el compromiso ético con uno mismo y con los demás. «En la filosofía necesitas del otro», afirma Kellys.
Stoa Madrid es un «gimnasio estoico» en el que se ejercita «la comprensión intelectual, la compasión y la templanza ante los conflictos del día a día». Los participantes trabajan con fuentes originales y ejercicios semanales con los que buscan aplicar el estoicismo a situaciones concretas. Las sesiones son semanales y se definen como «entrenamientos grupales para cultivar un carácter fuerte y sereno». La idea de entrenamiento filosófico se traduce en un paralelismo con el cuerpo: así como los músculos deben ejercitarse para estar preparados para la acción, el carácter necesita entrenamiento regular para responder con virtud ante la adversidad.
Kellys alega que antes de acercarse al estoicismo no «sentía» igual. «Yo soy venezolana y emigré a España con un máster de una beca del Gobierno español, y mi objetivo siempre había sido volver a luchar por mi país, y de repente me encuentro con que no puedo volver. El estoicismo me ayudó a darle forma a todo eso que yo veía como una tragedia». Kellys insiste en que «aprender a sentir» es uno de los objetivos centrales del gimnasio. En lugar de suprimir emociones, se trata de examinar su origen, reinterpretarlas y actuar con libertad frente a ellas.
Como parte de las pautas del gimnasio estoico, Kellys relata una serie de prácticas que provocan inevitablemente una ceja levantada: duchas heladas en invierno, caminatas descalzas por la Gran Vía tras la marcha del Orgullo (entre cristales, con atención plena), ayunos de 24 horas (eso sí, con consulta médica), y dormir voluntariamente en el suelo «por si un día la vida me quita la cama». Estas acciones forman parte, según explica, de un entrenamiento deliberado del carácter. «Yo ya he dormido en el suelo. Así que si mañana me toca dormir en el suelo, ya sé que no pasa nada», explica Kellys.
Ante esto, la filósofa Irene Gómez-Olano, redactora de la revista 'Filosofía & Co', tiene una opinión clara: «Las rutinas que proponen no tienen nada que ver con el estoicismo. Plantean una idea de desconexión con el propio cuerpo y la propia mente que es todo lo contrario a cualquier filosofía». Lo que muchas veces se presenta como estoicismo en redes, roza más lo litúrgico que lo filosófico. «Hay un componente sectario», sostiene, «se crea una identidad a través del sufrimiento, de la pertenencia, de la promesa de redención personal. Eso no es filosofía, es culto». Jorge Freire tiene una tesis parecida: «Cansarse por sí mismo -y esto dicho por Séneca, y yo creo que cualquier persona razonable- no es bueno por sí mismo. Lo que hay detrás de esta ideología es, en el fondo, calvinismo: una mentalidad muy religiosa, una escatología evangélica muy clara que relaciona riqueza con salvación personal».
Entre el consuelo individual y el sufrimiento colectivo
Para ella, el verdadero «neoestoicismo» implica autoconocimiento profundo, aceptación de lo incontrolable y conexión con los demás. Alerta sobre una vieja trampa: la aparición de ideas filosóficas por parte del poder. «Cuando empresarios millonarios se autodenominan estoicos, lo hacen para justificar exigencias morales o económicas imposibles», afirma. El auge de este estoicismo responde, para Irene, a un malestar profundo que atraviesa a muchas personas: «Vivimos en una policrisis con una constante incertidumbre. Esto genera sufrimiento y una crisis de salud mental que hace que muchos busquen soluciones rápidas, y ahí entran los gurús del estoicismo, que venden soluciones individualistas, fáciles y rápidas que prometen el bienestar personal».
En medio de esta exposición continua, el estoicismo de Instagram y TikTok no invita a la reflexión ni a la transformación social, sino a la producción incesante de una imagen de fortaleza inquebrantable, incluso cuando detrás de ella hay ansiedad, miedo o agotamiento. «Estas soluciones no resuelven problemas estructurales reales como la falta de acceso a la vivienda, empleos mal remunerados o condiciones laborales precarias. Te puede dar herramientas para gestionar emociones, pero no es una píldora salvífica», dice Irene Gómez-Olano, y advierte que el problema no está solo en lo que se dice, sino en cómo se construye y a quién termina afectando: «Hay quienes viven de esto y se aprovechan de la vulnerabilidad de personas que lo están perdiendo todo para crear comunidades alrededor de esa desesperación». Jorge Freire identifica al estereotipo con claridad: chicos jóvenes, especialmente varones. «En Estados Unidos se ve muy claro por Jordan B. Peterson, pero es gente desesperanzada, con mucha dificultad para vislumbrar un futuro mejor, pero en concreto chicos, porque este estoicismo está muy vinculado con el culto al cuerpo».
Para la psicóloga y filósofa Magdalena Reyes, identificar a estas personas no siempre es sencillo debido a la propia promesa de la ayuda: «Si alguien debe pagar a otra persona para ser estoico, ya estamos frente a una manipulación», dice. Magdalena es coatura de 'Estoicismo. Diario esencial', manuscrito que se describe como la «perfecta iniciación para aquel que quiere informarse sobre el estoicismo». El estoicismo se ha convertido en su pilar fundamental, aunque no conoce a mucha gente que sea verdaderamente estoica, porque lo ve casi imposible. «He aprendido con los años que la realidad es más causal que casual», relata, pero al instante, con más seriedad, cita a Spinoza: «Vivimos en el único mundo posible».
Ante esto, Magdalena lo tiene claro. Si hay una disciplina que sea verdaderamente estoica es la de «aceptar que todo ocurre como debe ocurrir», pero revisitando las famosas rutinas, hace un inciso y deja claro que «el sufrimiento no es algo que debamos buscar», y remata poniendo un ejemplo histórico; los estoicos no defendían ir en contra de la naturaleza humana, pues esta tiende al placer y evita el displacer. Coincidiendo con Gómez-Olano, Magdalena Reyes encuentra un pico de narcisismo en el neoestoicismo, y encuentra claros los motivos: «Vivimos en una cultura guiada por el exceso de positividad y un individualismo exacerbado. El estoicismo tiene un componente individual, pero también un sentido comunitario». La «positivad vacía», añade, no es solo falsa, «sino peligrosa».
A este panorama se suma, según Irene Gómez-Olano, un factor estructural que facilita la proliferación de discursos simplistas y fórmulas mágicas: la inaccesibilidad del pensamiento crítico y de la filosofía para gran parte de la población. «Son inaccesibles para grandes sectores poblacionales. Cuando alguien no está bien, lo ideal sería ir a terapia, leer ciertos libros, tratar de cambiar de trabajo... pero no está en manos de todos», explica.
«La positivad vacía no es solo falsa, sino peligrosa», Magdalena Reyes, Filósofa y psicóloga
Magdalena insiste en que si no hay un compromiso real con la reflexión y la razón, el estoicismo se convierte en un disfraz para modas pasajeras, o en una herramienta de marketing vacía. «No basta con repetir frases o hacer rutinas. La verdadera transformación requiere esfuerzo intelectual y ético», afirma. Para ella, solo desde esa base sólida se puede evitar que el estoicismo se diluya en un producto comercial y recupere su poder como filosofía práctica.
El estoicismo de las redes sociales, lejos de ser un refugio para el pensamiento crítico y la humildad, se ha convertido en una suerte de vitrina donde el dolor y la fortaleza se venden como etiquetas para destacar en un mundo saturado de imágenes. Y uno empieza a preguntarse si este estoicismo, con su catálogo de pequeñas privaciones, no es más bien una forma sofisticada de dejar de serlo. Frente a esto, Magdalena Reyes expone la cura como causa: el 'sine qua non' del estoicismo es la razón, y es con esta con la que se puede combatir al neoestoicismo, aunque de primeras parezca no dejarse domesticar tan fácilmente.
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