[Transcrito de YouTube sobre Jung]:
¿Alguna vez te has detenido a reflexionar verdaderamente sobre lo poco que sabemos de las personas que están justo frente a nosotros? Cada día nos cruzamos con individuos que parecen cálidos amables incluso perfectos, pero las apariencias pueden ser hermosamente engañosas: detrás de una sonrisa radiante puede ocultarse una tempestad de inseguridad, detrás de palabras confiadas una frágil autoestima tiembla silenciosamente en un mundo obsesionado con la imagen, donde la superficie a menudo importa más que la esencia. Las máscaras que usa la gente pueden fácilmente opacar la verdad de quienes realmente son.
Pero aquí está la buena noticia: no necesitas ser psicólogo para ver a través de la ilusión. Existen dos aspectos sutiles pero poderosos que revelan el verdadero carácter de una persona. Pequeñas grietas por las cuales su yo auténtico brilla a menudo cuando menos lo esperan. No son acciones complejas o místicas, son gestos ordinarios, momentos cotidianos; pero, si observas con atención, pueden revelarlo todo. Imagina tener la habilidad de ver más allá de las palabras, de leer el lenguaje silencioso del alma, de detectar autenticidad, no en lo que alguien dice, sino en cómo esa persona existe. Una vez que reconoces estos dos indicadores clave, nunca más verás a las personas de la misma forma y quizás comiences a verte a ti mismo con más claridad.
Carl Jung dijo una vez: "El encuentro de dos personalidades es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay reacción, ambas se transforman; pero ¿cómo reacciona alguien cuando la otra persona no tiene valor, influencia o beneficio alguno para ella? Es ahí donde su verdadera esencia se revela. Observa cómo alguien trata a un camarero, a un limpiador, a un extraño, pidiendo indicaciones, o a alguien que cometió un pequeño error. Una persona empática no hace distinción: su amabilidad no es performativa, forma parte de quien es; por otro lado, quien mira de arriba abajo a quienes están en posiciones menos poderosas, generalmente lleva inseguridades ocultas enmascaradas por una necesidad de sentirse superior. Verás, la arrogancia ante los indefensos no es solo un mal comportamiento, es una herida psicológica disfrazada. Revela una relación no resuelta consigo mismo, una necesidad distorsionada de dominar, por miedo a ser insignificante. Esos momentos pequeños fácilmente ignorados son ventanas a la madurez emocional de alguien. Observa con atención: agradecen al barista, son pacientes con la recepcionista, o actúan como si estuvieran por encima de los demás. Los psicólogos concuerdan: estos comportamientos dicen más que grandes gestos dramáticos, porque en los momentos en que no hay nada que ganar lo que queda es quién la persona realmente es, y, al observar a los demás, pregúntate a ti mismo: "¿Cómo trato a las personas que no tienen nada que ofrecerme? ¿Paso de largo, o me detengo el tiempo suficiente para conectar, aunque sea con una sonrisa?
La autenticidad no es ruidosa, vive en las elecciones silenciosas. Una promesa es más que una frase, es un contrato del alma. Cuando alguien da su palabra, no solo está asumiendo un compromiso contigo, está declarando cuánto valora la verdad, la confianza y la integridad. Hasta la promesa más pequeña importa, ya sea llegar a tiempo de devolver una llamada o de cumplir un compromiso hecho al pasar; todo cuenta, porque el carácter no se construye en grandes decisiones, sino en las pequeñas.
Jung creía que tú eres lo que haces, no lo que dices que vas a hacer. Una persona que cumple su palabra incluso cuando es inconveniente te está mostrando su brújula interna, sus acciones se alinean con sus valores y esa alineación es rara y preciosa. Cuando alguien rompe una promesa, la forma en que lo maneja es igualmente importante: asume la responsabilidad, ofrece una explicación honesta o culpa a los demás, minimiza el daño y sigue como si nada hubiera pasado... Brown, conocida por su trabajo sobre vulnerabilidad y coraje, nos recuerda que asumir una promesa rota con sinceridad es señal de madurez emocional y es eso lo que debes buscar, no perfección, sino integridad. Observa los patrones: esa persona promete demasiado, suele no cumplir, o cumple de forma silenciosa, consistente, sin necesitar aplausos, porque quien cumple su palabra incluso en las pequeñas cosas probablemente será confiable, cuando realmente importa. Y nuevamente mira hacia adentro: estás honrando las promesas que haces a los demás y a ti mismo; eres consistente con tus propios objetivos, con tus compromisos internos.
Cumplir promesas no es solo relaciones: es sobre respeto propio. Estos dos signos, la forma en que alguien trata a quien no puede retribuir y cómo maneja las promesas son como espejos que reflejan el alma. Entonces, la próxima vez que conozcas a alguien nuevo, no te pierdas en el encanto o el carisma, observa cómo la persona se comporta cuando el mundo no está mirando: es ahí donde la verdad se esconde, y, al hacerlo, recuerda esto: la autenticidad no es algo para encontrar en los demás, sino para ser cultivado en uno mismo.
No estamos aquí solo para crecer; estamos aquí para transformarnos. Pero, antes de terminar, necesito contarte un secreto. A veces, hasta el más auténtico de los rostros esconde algo inimaginable, y quizás mientras lees este texto, alguien esté observando cada una de tus elecciones, no para juzgar, sino para decidir si mereces conocer la verdad más aterradora de todas, ya que, al final, nadie conoce realmente a nadie, ni siquiera tú a ti mismo.
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