He visto El Sótano Del Miedo (1991) de Wes Craven; cuando he buscado críticas de ella me he llevado una decepción. O la estupidez es el panorama dominante o debo ser un crítico de primer orden, porque nadie ha reparado en que esta película posee dos caras, incluso algunas más como una moneda con la efigie de Jano; por un lado parece una película de terror convencional, pero por el otro es una crítica política muy dura de la realidad estadounidense construida por un profesor universitario de literatura que vino al cine rebotado, como es Craven, por demás acostumbrado a juegos metaficcionales (Pesadilla en Elm street, Scream). Esta doble lectura es simbólica: la casa-fortaleza representa a los Estados Unidos y cada habitación es un estado; dentro vive una pareja de hermanos locos: él representa al ejército y ella la moral protestante represiva. En el sótano están los excluidos; la hija, que ni ve, ni oye ni dice nada (los monos de cerámica que enseña la cámara) representa el pueblo inocente secuestrado y el futuro positivo de la nación; el ladronzuelo negrito es su pareja natural; también representa lo positivo del país, frente a la siniestra pareja que constituyen los dueños de la casa, que son lo peor; al protagonista negrito le llaman fool, loco, como la carta del tarot que avisa ya desde el principio de la película que la interpretación legítima de la misma es simbólica y que con ella hay que adivinar. También se avisa del contenido político mediante la televisión que se encuentra en el sótano y que los monstruos mantienen encendida viendo en directo el bombardeo de Irak. Hay alusiones al aislamiento ideológico de los Estados Unidos, a la explotación de tercer mundo y el papel de las Naciones Unidas (los vecinos que se sublevan contra los carísimos alquileres que les hace pagar la pareja), a la política exterior y de emigración (los sistemas de seguridad que aislan la casa), a la manipulación informativa, al capitalismo salvaje (la acumulación improductiva de dinero realizada por los dos hermanos dueños de la casa) etcétera. La fábula es muy compleja (hay incluso alguna maligna alusión a las bombas inteligentes, a la bomba atómica y al monopolio de las sustancias energéticas), pero parece ser que ha pasado completamente desapercibida. Quizá porque las lecturas que se hacen hoy en día son demasiado visuales; la gente ha perdido el abstracto hábito de pensar. ¿Soy un bicho raro por captar más mensaje en una película que otros? ¿Por utilizar más ancho de banda o más ejes que el x y el y? ¿O solamente más cultivado? Sea como fuere, resulta triste no poder compartir lo que entiendo con más gente.
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