domingo, 8 de abril de 2007

La violencia y la vilencia de la censura

La censura es un tipo de defensa que se esgrime para evitar el conocimiento íntegro de las cosas. No es posible ser sin simetría; toda cosa posee un opuesto, y si no lo posee es porque es fea o atenta contra la estética; lo feo es fundamentalmente lo incompleto y la estética es lo que hace al mundo soportable. Por tanto, un mundo con censura es un mundo manco o falto, un mundo hostil donde no es posible vivir porque no es posible la libertad, la libertad de elegir, pensar y vivir.

¿Que la censura es una defensa? ¿Contra qué? Contra la violencia, fundamentalmente, que es lo único que subleva a las personas (dejemos aparte qué sea una persona). Violencia contra la libertad que hace posible la dignidad. Vislumbro tres tipos de presuntos peligros y tres tipos de censura. La censura que reacciona contra la violencia física o material es muy tolerada, sobre todo por los hombres, que la subliman a través del deporte. No ya el asesinato, el maltrato a las mujeres, la violación... todo eso es rechazable. Esa violencia gusta a la parte más animal de los hombres o a los hombres que son más animales que racionales. La censura que actúa contra los sentimientos desnudos es más femenina: la violencia emocional gusta a las mujeres, en forma de cotitellos, indecisiones, mentiras y secretos, culebrones, revistas del corazón. Les emocionan más los sentimientos denudos que los cuerpos desnudos que más basta y materialmente gustan a los hombres/animales. Es una censura de siete velos, de burka emotivo. La censura de los sentimientos es muy dura, enloquece a las personas, y toma la forma de conductas o maneras impuestas y excluyentes, de moral castradora y paralizante. La censura ideológica es la más sibilina y dañina, porque se dirige a la parte más elevada y consciente de las personas: consiste en la mentira, el disimulo, la manipulación ideológica. Cada vez que una persona o gobierno miente, confunde o manipula está ejerciendo la violencia, una violencia intelectual que no se castiga tanto como los otros tipos de violencia, aunque posee consecuencias más desastrosas. Las grandes guerras mundiales, con sus derivadas violencias físicas y emocionales, son siempre consecuencia de este tipo de violencia intelectual. La violencia intelectual presupone un ingénito desprecio por el hombre común, una falta de ética y de escrúpulos que se inspira en Maquiavelo.

La sociedad debiera librarse de estos tres tipos de violencia y liberarse de la última supondría de hecho liberarse de las otras dos, aunque la variedad de formación de los seres humanos (dejemos aparte qué sea un ser humano), mientras no adquiera suficiente homegeneidad, lo hará imposible

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