sábado, 23 de febrero de 2008

El gran e infame Pablo Neruda

He leído mucho a Neruda; sin duda su versículo está bien hecho, no flaquea, como el de tantos otros que no saben escribirlo. Tiene un buen caudal de metáforas y un sistema simbólico muy rico; es un gran poeta... pero es deprimente para la moral. Perduran muchas páginas de Residencia en la tierra, de sus dos volúmenes de memorias, Confieso que he vivido y Para nacer he nacido, de su magnífico Canto general, aunque nos ponga a parir, de las Odas elementales e incluso de 20 poemas, pero cuando pienso en su concepto de amor, tan libre como el aire y tan poco asido a la tierra del compromiso, me parece inhumano y cruel, aunque siempre y en todo caso sea sincero. Yo no quiero creer que el amor fou del Surrealismo sea eso, y contra eso me rebelo. Desamparó a su hija subnormal, violó a una oriental cuando era cónsul en Extremo Oriente; sí, siente remordimientos, pero lo hizo; y aunque no los sintiera, como en el poema Farewell sobre su pobre hija, no dejo de sentir al poeta repugnante por eso y por algunos poemas francamente stalinistas que más le valiera no haber escrito; confundir la poesía con la propaganda es un pecado imperdonable para un poeta, pues ni la Poesía impura, y ni siquiera el Realismo sucio de un Jorge Riechmann dan licencia para hacer periodismo, que es otra cosa, pero no poesía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario