lunes, 4 de febrero de 2008

Una cosa es predicar, y otra dar trigo (de los diezmos y primicias de la Iglesia, claro está)

Con el mismo trigo se hacen las hostias y los chuscos que repartían en Entrevías. Si la iglesia hubiera querido meterse en política, habría financiado un partido como el italiano, la Democracia Cristiana, que hace sopa de ajo revolviendo ideología con creencias espirituales y le dio carta blanca a la Mafia para corromper Sicilia y el sur de Italia; no digamos de su apoyo a Mussolini. ¿Por qué no lo ha hecho? Porque no tenía nada que ganar, como el banquero suizo de Voltaire; siempre ha tenido la iglesia la vista larga y el paso corto, y ha acumulado un descrédito -moral, se entiende; la iglesia tiene mucho crédito en los bancos, que es el que le interesa- tan grande durante la posguerra que sabía que con ese cuchillo no tendría cosa que cortar. Véase si no lo que le pasó al sosísimo Óscar Alzaga y al bendito Ruiz Jiménez. Por demás, véase también cuán católicos son los que han excluido de la comunión, a fuerza de collejas y malas palabras, a esta pobrecilla oveja descarriada, según se lee en el periódico, por lo demás bien poco de fiar, El País:

Una persona ha interrumpido este mediodía la misa que se celebraba en la basílica barcelonesa de Santa María del Mar, ha tomado el micrófono y ha pedido que la Iglesia deje de intervenir "en asuntos de Estado".

Rápidamente se han dirigido hacia él varios fieles y ayudantes del templo que le han quitado el micrófono y le han echado entre gritos de algunos feligreses de "fuera, fuera".

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