viernes, 26 de septiembre de 2008
Cine
He visto alguna película en Ono. En mi familia soy algo así como el programador o el encargado de seleccionarlas, de manera que siempre me tienen que traer mis hijas, su madre y la abuela de noche para escogerlas sacándome del ordenador, lo que es un coñazo, porque a veces no hay donde elegir y otras veces hay demasiado y tardo en decidirme de las dos maneras, en un caso, buscando lo menos malo, y en el otro, pescando lo más interesante. Giro al infierno es un thriller memorable, con interpretaciones magníficas; tiene el sabor y el fatalismo de las grandes novelas de Jim Thomson, aunque el magnífico guion no es suyo ni la idea en que se funda. El personaje de la mexicana, el del indio ciego y el del mecánico son estupendos. También he visto Resucitar un amor, (Waking the Dead) (1998) con una buena interpretación de la ultraperfeccionista y genéticamente multinacional Jennifer Connelly, quien parece un clon estilizado y algo menos cejijunto de Andie McDowell, a quien vi ante el James Lipton de Inside the Actors Studio; es aburrida, pero humanamente interesante por el tema que trata. En este último programa vi a la guapa Diane Lane definir su trayectoria desde que iba recitando la Medea de Eurípides en griego clásico por todo el mundo con seis años; qué gran mujer. Me gustó esa anécdota de cuando a los ocho años le preguntaron en París qué le parecía la ciudad y contestó que era la séptima vez que venía; por la cara que pusieron vio que eso era algo que no debía haber dicho; chauvinistas que son los franceses: están ya muy vistos. También El seductor, la obra maestra de Don Siegel, donde todavía queda el expresionismo en ese pasaje incomparable donde se funde el cuadro del descendimiento con la cura del soldado sudista. Es de un erotismo soterrado profundo y perturbador.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario