Algunas canciones se mueven en el territorio impreciso que dejan las ideologías enfrentadas, las tierras de nadie. Esas tierras de nadie llenas de cadáveres de amigos y amor a la vida. Un ejemplo, Lili Marlene, cantada por los dos bandos de la Primera Guerra Mundial, la de la nefasta y cenagosa guerra de trincheras, cuando las bombas rebozaban de tierra de sepultura a los muertos y a los vivos por igual entre alambradas tetánicas, ratas desvergonzadas y árboles pelados de ramas, bajo la picadura de insecto de la metralla, las avispas de ametralladora y los golpes de yunque de los obuses.
Esa luna en ruinas
sabe qué pasó.
Nunca me dijeron
qué es lo que hay que hacer:
¡Sálvese quien pueda!
¡Locos al poder!
Y una explosión
me habló de ti,
me siento mal,
me siento bien,
por ti, Lilí Marlén.
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