Me parece muy bien que se supriman las corridas de toros; lo que ya no me parece tan bien es que no se supriman otras fiestas nacionales, o más bien nacionalistas, como las guerras, donde se sacrifican seres humanos. a intereses menos lúdicos y artísticos, pero más devoradores que Moloch, Ares o Jehová. No sé cuál debería ser la prioridad ni quiero hablar sobre qué seres son más inocentes, pero creo que es evidente que nos interesa más lo segundo y que hacer lo primero sin lo segundo sería hipócrita; de forma que sólo dejará de serlo cuando consigamos prohibir, o todavía mejor, evitar las estúpidas guerras, civiles o no -toda guerra es civil, porque se hace entre seres indistintos (Quevedo hablaba de la guerra civil de los nacidos)-. No sólo hay que respetar personas y animales, sino incluso a las cosas, porque han servido, sirven y pueden servir a las personas y a los animales. El agradecimiento y el amor se extiendería así de forma física por el mundo. Esto es anarquismo, pero también es sentido común, por más que algunos quieran ver en ello gente con cuernos y cola.
Ahora bien, si suprimir las corridas de toros es un primer paso para suprimir las guerras, eso me parece bien, por más que veo sociedades donde no existen las corridas de toros y donde se dieron guerras más crueles que las españolas; es evidente, pues, que ha de ser lo primero suprimir las guerras, pues hacerlo con las corridas de toros no nos garantiza ser más humanos que los demás, y ni siquiera más catalanes, porque eso es, en el fondo, lo que se está discutiendo ahora en Cataluña, que es sólo una palabra y una historia, aunque algunos digan que también es un concepto y una esencia.
Ahora bien, si suprimir las corridas de toros es un primer paso para suprimir las guerras, eso me parece bien, por más que veo sociedades donde no existen las corridas de toros y donde se dieron guerras más crueles que las españolas; es evidente, pues, que ha de ser lo primero suprimir las guerras, pues hacerlo con las corridas de toros no nos garantiza ser más humanos que los demás, y ni siquiera más catalanes, porque eso es, en el fondo, lo que se está discutiendo ahora en Cataluña, que es sólo una palabra y una historia, aunque algunos digan que también es un concepto y una esencia.
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