En recuerdo de la Revolución de septiembre de 1868
Un año cumple que la inmunda tropa
de moderados, frailes y Borbones,
del poder arrojada á pescozones
pasó á la emigración con viento en popa.
Dejando de ser fábula de Europa,
reconquistó la España sus blasones
y entre vivas y aplauso y ovaciones
bebimos del placer la dulce copa.
Hoy, pueblo, te amenazan nuevos daños:
los que cual rey te adulan á porfía,
te envuelven en la red de sus engaños.
¡Tú, de ti mismo rey! No todavía;
¡Has llevado la albarda muchos años,
para vestir la púrpura en un día!
Madrid, 1869.
Manuel del Palacio es el gran satírico del siglo XIX, el Quevedo de su época. Algunos botones de muestra; el primero, de su facilidad para versificar:Por cuestión de negra honrilla
me propongo demostrar
que el hacer una quintilla
es la cosa más sencilla
que se puede imaginar.
Contra la famosa monja de las llagas, sor Patrocinio
Tuvo sobre Isabel mucho dominio
la milagrosa monja Patrocinio.
Quien el motivo averiguar anhele
cambie la pe de Patrocinio en ele.
El segundo, dedicado al duque de Almodóvar del Río, ministro de Estado que lo castigó con la jubilación forzosa:
Parece Grande y es chico;
fue ministro porque sí;
y en cuatro meses y pico
perdió a Cuba, a Puerto Rico,
a Filipinas y a mí.
O El que dedica al Ministerio, como dice Valle, de Desgobernación; el reloj aludido lo compondría un famoso liberal emigrado en Londres, Losada, que tenía ahí un afamado taller de relojería:
-Ese reló tan fatal
que hay en la Puerta del Sol
-dijo a un turco un español-
¿por qué anda siempre tan mal?
Y el turco, con desparpajo,
contestó cual perro viejo:
-Ese reló es el espejo
del gobierno que hay debajo.
Y un famoso epigrama:
¡Igualdad!, oigo gritar
al jorobado Torroba,
y se me ocurre pensar:
¿Quiere verse sin joroba
o nos quiere jorobar?
O el clásico soneto “Belenes” contra Isabel II, que le valió cárcel en el famoso Saladero, y destierro posterior a Puerto Rico, rematado con un famoso terceto:
Mas, si queréis ejemplo más profundo,
en Palacio hallaréis una señora
que es capaz de joder con todo el mundo.
Un belén es en la lengua clásica un "alboroto, asunto o situación confusa y complicada", en este caso en política. Por cierto que hizo célebre su definición de esta última, que aún hoy muestra justeza:
Política: arte ramplón
que se aprende mal y pronto,
y en la española nación
es constante ocupación
de algún sabio y muchos tontos.
Como recuerda nuestro manchego Pepe Esteban, Eduardo de Lustonó, que acabó el pobre, como tantos posrománticos, loco de atar, lo retrató con claridad:
Cáustico, duro, severo,
eco fiel de claridades,
nos dijo cuatro verdades...
y paró en el Saladero.
Allí purgó noche y día
pecados de su soneto
por revelar un secreto
que todo el mundo sabía.
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