jueves, 29 de abril de 2010

El arca de Noé

Dicen que han encontrado el arca de Noé, que quiere decir "no tengo" (no he), como dice la coplilla de Garcilaso de la Vega; a mí me parece que es más difícil encontrar las humanidades, la cultura, el sentido crítico y la arqueología suficientes como para demostrar que ese tipo de tonterías son eso, tonterías, y que uno sólo encuentra lo que quiere encontrar, pero, claro, en EE. UU., donde si usted paga cincuenta dólares le dan un papelito que le nombra teólogo, se puede creer en lo que dé la gana y, encima, desgrava impuestos, porque tienen fe en un Dios de color verde. El único libro que han leído todos los norteamericanos es la Biblia (y muy bien leído, pero no entendido) y así les va, (muy bien en los negocios, proque la Biblia es todo un tratado de capitalismo, ya que su cometido es llevar a sus creyentes al paraíso... fiscal) discutiendo la teoría de la evolución todavía (eso de descender de un primo del mono te hace tan humilde que no puedes ni siquiera explotar al prójimo; es mejor descender de Dios y poder humillar y explotar a tu antojo de pueblo elegido); en primer lugar, para encontrarle sentido a un libro, si es que lo tuviera, hacen falta todos los demás, y muy pocos han leído lo suficiente como para tener siquiera una vaga idea de tan formidable contexto, cuya presunta y siempre discutible objetividad sólo podría alcanzarse mediante la comunión crítica de numerosos especialistas. Noé nunca existió, y si existió, sería seguramente un pastor de cabras víctima de un proceso de evemerización; el relato tradicional, de difusión prácticamente global, deriva acaso de alguna catástrofe natural, como la presunta creación del mar Negro mediante un terremoto que creó el estrecho del Bósforo e inundó en corto tiempo la depresión geográfica que hoy ocupa, suscitando una emigración de pueblos sin precedentes por toda Eurasia, lo que aun así se presenta muy discutible; podría ser también un relato simbólico del inconsciente colectivo jungiano, como los padres que devoran a los hijos, que también es universal.

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