lunes, 17 de mayo de 2010

El mito de Titono

Hace tiempo retoqué el artículo de la Wikipedia sobre uno de mis mitos preferidos, el de Titono y Eos, la Aurora "de rosados dedos", que dice Homero. Eos se enamoró de Titono y este le pidió por regalo la vida eterna; no estaba en la mano de Eos conceder ese favor, así que lo pidió a Zeus, y este se lo concedió, si bien, como se olvidó de pedirle además la juventud, Titono fue envejeciendo y encogiéndose hasta llegar a ser un grillo, provocando la desesperación de la diosa, que por ello, todas las mañanas, al verlo a la luz de Helios, llora produciendo las gotas de rocío, de las cuales, según la superstición, se alimentaban los grillos, quienes las tenían por más ricas que las mieles del Himeto. Titono, que deseaba la vida eterna, ahora desea otra cosa y pide sin cesar en latín lo que más desea: mori, mori, mori, con i latina larga como el ruido de un grillo: "Morir, morir, morir..."

Por lo visto Titono es en origen un antiguo dios de la aurora. El carácter lenticular de las gotas sobre la hierba provoca también un curioso fenómeno óptico, el llamado Espectro de Bröken o Halo de Cellini (Benvenuto Cellini lo describe en su Vida, -uno de los libros que hay que realmente hay que leer, según Wilde- atribuyéndolo a un favor sobrenatural concedido tras su penitencia/prisión en el Castillo de San Angelo). Consiste en un nimbo o halo resplandeciente que rodeaba su sombra (y, por extensión, cualquier sombra humana o no) al contemplar el amanecer. Hace poco se descubrieron unos versos de Safo sobre el mito. La traducción de Carlos García Gual , autor de un pesadísimo libro sobre Epicuro, pero también de otros más interesantes que reciclan interminablemente la materia artúrica, es esta:

Vosotras cuidad, hijas, de los dones hermosos de las Musas
de fragante regazo, y de la vibrante lira compañera del canto.
Pero mi piel que antes fue tan suave la sometió ya la vejez
y blancos se han vuelto mis negros cabellos de antaño.
Pesado se ha hecho mi ánimo, y no me sostienen las rodillas
que otro tiempo fueron tan ágiles como corzas en la danza.
De eso me lamento día tras día, pero ¿qué puedo hacer?
Cuando se es humano, no es posible dejar de envejecer.
De Titono, en efecto, contaban que la Aurora de brazos de rosa,
inflamada de amor, lo raptó para llevarlo al confín de la tierra
porque era bello y joven. Mas de igual modo a él con el tiempo
lo atrapó la grisácea vejez, aun teniendo una esposa divina.

Carlos García Gual en un artículo traduce otros textos griegos sobre Titono y la vejez aquí.


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