martes, 10 de agosto de 2010

Un mismo yo. Invictus, de Henley

Estos versos pertenecen a "Invictus", un poema del amigo de Stevenson, el poeta cojo William Ernest Henley (1849-1903), un escocés que sirvió de modelo al pirata John Silver, "el Largo", de La isla del tesoro. Enfermo de tuberculosis desde la infancia, perdió la pierna a causa de esta y escribió el famoso poema en el hospital donde se reponía y luchaba a diario con la muerte. Invictus es también el título de la última película de Clint Eastwod, inspirada en la historia de Nelson Mandela y Francois Pienaar, capitán del equipo sudafricano de rugby; en ella, Mandela afirma que fue este poema, digno de Job y de fray Luis de León, el que le proporcionó el coraje de resistir cuando todo su ser se derrumbaba; un poema escrito por un blanco que un negro estudiaba con el fin de conocer mejor al enemigo y con el cuál se dio cuenta de que, a la manera del poema de Víctor Hugo, que concluye con "El Cid y el león eran iguales", el amigo y el enemigo son una misma cosa, un mismo yo:


Out of the night that covers me,
Black as the pit from pole to pole,
I thank whatever gods may be,
For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance,
I have winced but not cried aloud.
Under the bludgeonings of chance,
My head is bloodied but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears,
Looms but the horror of the shade.
And yet the menace of the years,
Finds, and shall find me, unafraid

It matters not how strait the gate,
How charged with punishments the scroll,
I am the master of my fate,
I am the captain of my soul.

Fuera de la noche que me cubre,
negra como el pozo entre los polos,
agradezco a cuanto dios existir pueda
mi alma inconquistable.

Al caer en las garras de las circunstancias,
no he gemido ni he gritado
bajo los golpes del destino;
tengo la cabeza ensangrentada, pero erguida.

Más allá de este lugar de lágrimas e ira,
yacen los horrores de la sombra,
pero la amenaza de los años,
me encuentra, y me encontrará, sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,
cuán cargada de castigos la sentencia;
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.

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