lunes, 11 de octubre de 2010

Italia o España

En una famosa película de Billy Wilder se dice que "Italia no es un país, es un negocio". España, que fue el negocio de unos cuantos durante el Franquismo, y lo fue de los mismos durante 166 años, en los cuales sólo conocimos dieciséis años de libertad (y no seguidos), como bien dijo Bono (que suelta sensateces cuando no mira su espejito mágico), va camino de transformarse en un negocio, si no en un corralito, ya que la corrupción necesita un mínimo de honestidad, una mínima cobertura de decencia y mentira para que siga funcionando su timo y poder seguir generando beneficio; eso si no se realiza una matanza del cerdo, que es lo que se estila en estos lodazales, cuando los marranos, los guarros y los cochinos, los que dicen que todos somos iguales, pero unos más iguales que otros, han acabado ya su porcina existencia de tragancia y mamandazgo. Quiero decir que es mejor que España sea un negocio a que sea un corralito o una matanza, si hemos de elegir de las mierdas la menor. Pero habrá que ver si estos políticos tan venales e incompetentes y esta burguesía tan mediocre lo permiten; cierto que esta postura mía es muy parecida a la que esgrimía Goethe: "Prefiero la injusticia al desorden"; la adoptan todos los estados que esgrimen un poder demasiado piramidal, como por ejemplo China, para la cual implantar la democracia que pide Xiaobo la condenaría a la desintegración que han sufrido las extintas URSS y Yugoslavia. Toda medida pesimista es prudente, porque es consciente de las incapacidades innatas del hombre; pero eso no exime de iniciar un proceso lo suficientemente lento y constante como para que la transición a un autogobierno efectivo pueda llegar, aunque sea dentro de cincuenta años. Ese proceso existía en España en el franquismo y aún existe ahora, cuando algunos querrían darle más marcha de la que tiene para hacerlo pasarse tres pueblos (probablemente los pueblos catalán, vasco y gallego), cuando ya se ha llegado a la meta y sólo cabe exonerarlo de imperfecciones, ya que hace siglos que los políticos no sacan la basura.

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