Sobre James Joyce. "El despertar de Finnegan es uno de los pocos libros que, incluso a los eruditos más estrictos se le está permitido admitir que les parece impenetrable. Ulises, obra anterior, es otra cosa. Se trata de una abundante fuente de frases cortas que recuerdan vagamente no sólo los taxistas dublineses sino también los adolescentes precoces, los emigrantes raros, los pesados amodorrados a la barra de un bar (de la erudita y bravucona especie que se bebe el whisky de un trago), los hombres de mundo internacionales, los alocados hibernófilos, los libreros malhadados, los periodistas licenciados en filología inglesa y los ingratos estilistas literarios."
Sobre la poesía. "Las conversaciones sobre poesía suelen darse sólo con poetas. ¿Y con qué frecuencia te relacionas con ellos, a menos que tú también seas poeta? Hay tres cosas que debes saber sobre los poetas: todos están obsesionados con las epifanías, esos momentos de nítida y repentina revelación en que alguien encuentra sentido a su relación con el pasado, con un lugar o con otra persona; todos han sufrido daños; y su obra les sirve para resarcirse. Además, como dice un chiste muy viejo, nunca deberías fiarte de un poeta que sabe conducir".
Sobre Marcel Proust. "Lo que la gente nunca te dirá de Proust (supuestamente porque lo ignora), es que es divertido. Circulan creencias populares sobre los autores, pero gran parte de ellas son falsas [...]. Proust, un autor al que normalmente aprecian quienes no han leído más que el título de su obra maestra, es, según parece, uno de los que sale peor parado por esas creencias populares. Incluso sus admiradores hablan de él de un modo deprimente. Sin embargo, puede ser tan divertido como lo podría ser ese vil vecino tuyo en un banquete de boda, sacando a relucir los puntos débiles y las meteduras de pata sartoriales de los invitados de otras mesas".
Sobre Miguel de Cervantes. "Según comenta Martin Amis, 'aunque es sin duda una obra maestra inexpugnable, Don Quijote adolece de un defecto bastante grave, el de la más completa ilegibilidad'. A pesar de reconocer que el libro está repleto de encantadores y cómicos momentos, Amis considera que es 'durante largos pasajes [...] inhumanamente aburriddo'. En parte, se debe a que Cervantes creía que, si había algo que valiera la pena decir, valía la pena repetirlo".
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