viernes, 28 de enero de 2011
King Küng
Es una de las pocas obras de teología que he leído, y me aburrí tanto que no he vuelto a leer más; era el Ser cristiano de Hans Küng, un teólogo postergado por otro, Ratzinger, que lo llamó hereje. Los teólogos no se ponen de acuerdo, lo que ya en sí mismo es postura teológica. Küng es muy plasta escribiendo, aunque no tanto como lo poco que pude soportar del segundo. Leo en El País que ha cogido, agarrado y dicho: "Creo en Dios y en su Cristo, pero no creo en la Iglesia. Rechazo toda equiparación de la Iglesia con Dios, todo infatuado triunfalismo y todo egoísta confesionalismo". Olé tus cojones; comparto esas ideas. Küng afirma además que la Iglesia es algo amplio no necesariamente cristiano ni católico, y que no debe confundir en una misma cosa Derecho y Moral, como hasta ahora mismo ha venido haciendo. Cierto: mezclar eso siempre ha provocado problemas, incluso en el Islam de hoy. Soy, somos muchos, partidarios de una ética habermasiana más que de una moral. Debe existir continuidad y contigüidad entre nosotros, no discontinuidad y aislamiento. Así pues, y para que haya paz en la Iglesia, si Küng es un hereje, Ratzinger también y lo somos todos, de forma que no lo es ninguno. Esa es la paz que nos ha dejado y nos ha dado quien dijo "la paz os dejo, mi paz os doy".
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El fútbol y la teología
ResponderEliminarEs difícil aceptar que la teología consituya un saber más allá de la antropología, por muy interesante que sea conocer por donde venía el control social tiempo atrás. Es como discutir quien juega mejor al fútbol, eso es lo de menos, lo que importa es el resultado. Tenemos que tener fe en que el resultado será justo y pondrá a cada equipo en su sitio. Personal aparte, los fanáticos, nunca reconocen la realidad.
El conocimiento no puede basarse en la fe, no se puede seguir sin la verdad revelada, no se puede construir un saber sobre dogmas. Y así lo más usual es acabar cerrando los oídos ante una discusión: es una herejía, comportándose o animando a la gente a hacer como los hooligans.
Otro gallo cantase a la religión que aceptara la terminología científica. Y entonces se cumplirían inexorablemente principios tan hermosos como el justo premio, el justo castigo y demostraríamos leyes que nos harían la vida más fácil, como la de la inmortalidad del alma.
Ahora bien, despójate de tus ropas del siglo XXI y piensa que entras en una iglesia barroca en 1766. Entra y verás a Dios.