miércoles, 9 de febrero de 2011

Un día menos.

Me siento bastante pocho física y espiritualmente, o las dos cosas, si es que son uno. Será el cambio estacional: deprime la química de la gente como yo. Llevo días con pruebas para la operación: un electro, una analítica, una radiografía del pecho. Parece además que me vuelven los vértigos. Como empecé a dejar de tomar pastillas -la analítica hubo que hacerla en ayunas- estoy lóbrego, tétrico, arisco y desagradable, sólo pienso en dormir y todo me importa un carajo. Llenaría la bañera de cemento y me metería luego. Buscar excusas o culpables a este sinvivir y este insomnio es tontería; he intentado llegar a asumirme desde que nací, y lo único que me ayuda es ver a la gente contenta y feliz, tanto si es extraña como si no; eso me alivia, me carga las pilas, aunque no pueda lo que se dice dar ejemplo de ello; supongo que uno sólo aprecia lo que realmente necesita, y yo necesito eso, ver a la gente contenta; la mala leche ajena lo único que hace es multiplicarme a la enésima potencia. Da igual que siempre haya alguno o alguna (y seguramente quien se sienta aludido o aludida errará), con su paranoia de siempre, de esos o esas que tienen por imborrable cualquier futesa o gilipollez que se imaginen sufrir; qué gigantesco es su ombligo, su vanidad, su todo. Castíguelos su pegado, con su pan se lo coman y allá se lo hayan; como yo mismo, no se merecen estar mal; tal y como andan las cosas uno sólo necesita gente que se sienta bien, no quien se entretenga con un estúpido vudú mental en el que todos acabaríamos como puercoespines. Para eso y por eso es fundamental el papel del humor. Por suerte la mayoría de la gente es, todavía, indulgente, admirable, positiva, gentil. En Nínive había pocos justos, pero entre nosotros hay muchísimos. A mí me ha tocado la mueca para abajo de la máscara, pero hasta eso tiene sus compensaciones y su chiste; por ejemplo, que como uno no puede descender más (aunque se puede, ya lo creo) sólo cabe rebotar e ir hacia arriba. Cierto: si no puedes elegir de qué estás hecho, procura conformarte lo mejor posible con arreglo al entorno y a tu propia capacidad de mutación y adaptación.

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