Han descubierto a un norteamericano ahogado en el Manzanares, río que lleva poca agua, pero la suficiente para dar disgustos. Un portero de discoteca no le dejó pasar porque estaba bebido. Era un estudiante de intercambio; su compañero lo dejó solo; al parecer, cruzó la calle y pensó dormir la mona sobre algo que le pareció un banco y en realidad era el borde de piedra del río. Eso es porque era extranjero, como he dicho: no sabía orientarse en un sitio tan caótico como es Madrid, más si andaba viendo doble y haciendo eses. Se movió, resbaló o se cayó y se ahogó.
¿Quién es culpable? El chico, un americanito no acostumbrado a las deplorables farras españolas, muy poco, por beber; el portero por no meterlo en un taxi, más; el amigo por no acompañarlo, mucho, muchísimo más; el Ayuntamiento, por no poner barandas, el que más.
Qué asco da la gente. Imaginaos que el amigo "pierde el tiempo" conduciendo a su amigo a su residencia o llamando por teléfono a quien lo recoja; lo más probable es que nadie le agradeciera la diferencia/deferencia. Pero eso contaría un palote en la lista de la hidalguía, la nobleza y la caballerosidad.
O sea, lo que hemos perdido y ya no tenemos.
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