miércoles, 23 de marzo de 2011

Un soneto mío improvisado


Si abro aquí un soneto, una ventana,
en muro de papel nueva pintura,
quizá es para mirar por la abertura
o no pasarme solo la mañana.

O para contemplar en la desgana
un reflejo de nada y de tintura,
para heredar de mí mismo la escritura
o porque me da tal vez la real gana.

Uno puede saltar a la piscina
también cuadricular; incluso puede
hacerlo con cabriola o pata llana,

pero llega el momento en que declina
la luz que iluminaba, y todo cede
al bajar con un verso la persiana
.

1 comentario:

  1. El círculo (de la improvisación)

    Gritos sordos surgen de la garganta,
    vete adonde no puedas escucharlos,
    pues todos quieren tener un sentido,
    ¿para qué? para ser bien amada.

    Los alaridos van tomando forma,
    la poesía tiene quien le cante,
    y aunque parezca raro quien le sienta,
    críticos, poetas, trepas y berzas.

    Pero ¿para qué tanta complicación?
    dice compungido el del fondo azul,
    el nihilista sin ambición.

    Cuando encuentras sentido al sinsentido,
    ahí, habrás alcanzado aquel grito
    que vino para quedarse conmigo.

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