¿Y qué es lo que soy? Un escritor. Sólo eso: un escritor; no importa si bueno o malo, eso es lo que soy, eso es lo que no cambia en mi naturaleza, eso es lo que me hace feliz: leer, que me lean, escribir, que me escriban. Para mí la vida sólo es la materia con la que se construyen las frases. Algunos se hacen muñecos de palabras llamados personajes y los ponen en un escenario manufacturado con paredes de texto. Otros se insertan como una gacetilla de compra y venta en el periódico del mundo, un mundo hecho de texto más o menos bruto y a medio convertir en literatura. Algunos glosan el texto del mundo, o se agregan a toda esa literatura como Quijotes intentando escribir su propio libro; yo también: me escribo y me describo, y haciéndolo escribo y describo a los demás. Pero un escritor se alimenta de vida: no debe estar en un único lugar, de lo contrario se transforma en un bonsay. Y eso es lo que soy: un escritor bonsay. Me alimento de sustancias mínimas, de desechos de vida o vida degradada: de una librería bien surtida, de erudiciones diversas y maniacas; un escueto rayo de luz y una temperatura invariable me ayudan a no morir del todo. Mas, al contrario que un bonsay, un cambio de lugar y de temperatura no me matarán todavía, sino que me harán crecer. Son las circunstancias invariables las que me transforman todavía en un no muerto o zombi de la escritura.
Quisiera no ganar tanto dinero, pero poder trabajar en lo que me gusta: escribir, investigar. Pero tengo que pagar facturas; si uno disfrutara en su trabajo, sería un actor porno. Supongo que algunos profesores serán actores y actrices porno, yo no. Me gusta la literatura, me gusta el lenguaje, me gusta la gramática, me gustan todas esas cosas a rabiar, pero no me gusta enseñarlas, porque siempre hay algún alumno que me hiere con su incomprensión. Eso de que existan gentes a los que la literatura les traiga sin cuidado es algo que no puedo comprender o que comprendo tanto que me deja absolutamente fuera de combate.
Quisiera no ganar tanto dinero, pero poder trabajar en lo que me gusta: escribir, investigar. Pero tengo que pagar facturas; si uno disfrutara en su trabajo, sería un actor porno. Supongo que algunos profesores serán actores y actrices porno, yo no. Me gusta la literatura, me gusta el lenguaje, me gusta la gramática, me gustan todas esas cosas a rabiar, pero no me gusta enseñarlas, porque siempre hay algún alumno que me hiere con su incomprensión. Eso de que existan gentes a los que la literatura les traiga sin cuidado es algo que no puedo comprender o que comprendo tanto que me deja absolutamente fuera de combate.
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