viernes, 22 de julio de 2011

Lo que soy

He tardado mucho en averiguar lo que soy, al menos en esa esfera tan importante para la realización humana como es el trabajo. Muchos años. Casi tantos como he tardado en aceptarlo; todavía lo intento, porque mi realidad se impone y trata de acogotarlo, como escribió Á. Crespo. Mi única salida es llegar a un trato con la realidad, a una negociación que nos permita no partirnos la cara mutuamente ella y yo. Aunque nos pese, creo que vamos llegando a entendernos, y si no, qué coño importa.

¿Y qué es lo que soy? Un escritor. Sólo eso: un escritor; no importa si bueno o malo, eso es lo que soy, eso es lo que no cambia en mi naturaleza, eso es lo que me hace feliz: leer, que me lean, escribir, que me escriban. Para mí la vida sólo es la materia con la que se construyen las frases. Algunos se hacen muñecos de palabras llamados personajes y los ponen en un escenario manufacturado con paredes de texto. Otros se insertan como una gacetilla de compra y venta en el periódico del mundo, un mundo hecho de texto más o menos bruto y a medio convertir en literatura. Algunos glosan el texto del mundo, o se agregan a toda esa literatura como Quijotes intentando escribir su propio libro; yo también: me escribo y me describo, y haciéndolo escribo y describo a los demás. Pero un escritor se alimenta de vida: no debe estar en un único lugar, de lo contrario se transforma en un bonsay. Y eso es lo que soy: un escritor bonsay. Me alimento de sustancias mínimas, de desechos de vida o vida degradada: de una librería bien surtida, de erudiciones diversas y maniacas; un escueto rayo de luz y una temperatura invariable me ayudan a no morir del todo. Mas, al contrario que un bonsay, un cambio de lugar y de temperatura no me matarán todavía, sino que me harán crecer. Son las circunstancias invariables las que me transforman todavía en un no muerto o zombi de la escritura. 


Quisiera no ganar tanto dinero, pero poder trabajar en lo que me gusta: escribir, investigar. Pero tengo que pagar facturas; si uno disfrutara en su trabajo, sería un actor porno. Supongo que algunos profesores serán actores y actrices porno, yo no. Me gusta la literatura, me gusta el lenguaje, me gusta la gramática, me gustan todas esas cosas a rabiar, pero no me gusta enseñarlas, porque siempre hay algún alumno que me hiere con su incomprensión. Eso de que existan gentes a los que la literatura les traiga sin cuidado es algo que no puedo comprender o que comprendo tanto que me deja absolutamente fuera de combate.

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