lunes, 15 de agosto de 2011

Conato de entalpía.

Cuando Carrasco no toma del frasco (pastillas de freno Muñoz hermanos), suéltansele en estampía las fieras y selváticas y rugientes neuronas y él, que drogado aparece nomal, sin drogar aparece anomal,  surnormal,  retormal, simalsano, nobueno, salido de un violento y pútrido cuadro de Koskoshka a las rosas llenas hasta los dientes. Querría dejarse del todo lo además, abrirse en brazos ríos de tinta de espino, palabras que le corren como líneas de fuego de un hormiguero arañazando de dentro. Pero descubre ser un asesino rompecabezas de ventanas por los que trocean el mundo a navajazos de partes y fronteras, tempestades de larvados tornillos, puntas cabezamosca y gusanos de tuerca, redes eléctricas de pústulas y caminos de cerezas bifurcadas y venas de agua partida y cieno floreado y grita tan pálido que no junta los añicos hurtados de su rapiña, picados con águilas sus huecos de sexo hueco herido con las estrías de sus plúmbeos y trígeos feraces océanos de archipiélago estelado.

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