Lope de Vega la cuenta en Los esclavos libres, y parece de origen judeoconverso. Para más detalles sobre la leyenda, véase este erudito artículo.
Enamorado dicen que andaba este bestial profeta
de una judía, y el marido y padres
cogiéronlo entre puertas como a perro
y diéronle paliza temeraria;
viéndole muerto, hiciéronle pedazos,
reservando una pierna y la cadera,
rogando a la judía que dijese
que una noche, gozándola, se había
subido al cielo, y que ella, por tenerle,
le asió de aquella pierna, que en reliquias
le dejó, y se llevó lo más del cuerpo;
creyéronlo los moros, y escáparonse
de ellos con este engaño los judíos;
entre piedras imanes la pusieron,
cuya virtud la tiene y sustenta,
aunque ellos piensan que es milagro.
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