Todavía estamos lejos de la revolución, pero la velocidad es adecuada para que quizá lleguemos a verla empezar. Internet nos ha dado un instrumento poderoso de unión y de presión para lograr un nuevo mundo. Un mundo en que la pobreza esté mejor distribuida, en que no sea lo importante acumular y crecer, sino repartir. Un mundo donde el dinero facineroso y bancario no pueda refugiarse en paraísos fiscales, en corrupciones y en publicidades inútiles y donde el poder, ese poder que tan poco se comparte y que tanto corrompe, sea cada vez más repartido, rotativo y solidario; donde el gobierno esté en los ciudadanos y cerca de los ciudadanos, donde se valoren adecuadamente la educación, el conocimiento, la investigación, la naturaleza y el arte, donde la moral y la ética sean más importantes que la política y la vida constituya el valor más protegido, un mundo más justo donde no se discrimine a nadie por razón de sexo u origen, sino sólo por su conducta respecto a la libertad de los demás, un mundo donde podamos derrotar a la miseria, a la enfermedad, a la ignorancia y a la violencia y donde podamos todos vivir todos juntos y ayudar a los demás.
Demostremos que hemos aprendido de pasados errores. Estemos mañana todos, citados en todo el mundo, en la manifestación para recuperar todo lo que han robado a la buena gente y darlo a quienes de verdad lo necesitan.
Ah, mi Ramón de Salas!, no te percatas de que la asamblea de majaras, todo lo más que puede decidir es que mañana haya sol. Como se den cuenta de que hace falta un puente para unir ambas orillas, deberán encontrar quien lo diseñe y lo ejecute. Y ese diseñador o ejecutor sabe bien que lo que sabe es algo especial, algo más que lo que sabe el más recurrente retórico. Y podrán decidir que haya puente y el diseñador pedirá un plus y la asamblea disidente se disolverá o montará una SS que obligue al jodido sabio. Te diría coomo a Ramón, solamente cabe aceptar el estatus, las reglas y pelearles la verdad, que por cierto es de los majaras, pero la verdad es un concepto y a esos nunca les vi dar fruto.
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