martes, 13 de diciembre de 2011

Reyes económicos

Seguir siendo el Rey todavía, a pesar de todas las piedras habidas en el camino, es algo digno de nota, aunque, por así decir, un poco absoluto ¿no? Ni quito Ni pongo, que parece ministro japonés, pero creo que un monarca sale muy caro, sobre todo porque son muy fecundos y viajeros y gorrones y amantes del lujo y las hopalandas del deporte y la caza y los coches caros y las meriendas de doscientos comensales y los hoteles de cinco estrellas y los palacios y las joyas y los trajes y los gastos de representación y los gastos en general, sobre todo en esta España de las autonomías que quiere ser, paradójicamente, de las economías. Con lo barato que saldría un presidente y un estado cantonal y uniadministrativo, tan multilingüe y barato como el suizo, donde no hay diputados ni senadores, sino solo ciudadanos que votan leyes y donde los pocos cargos que hay son rotativos, de manera que la corrupción se ha vuelto prácticamente imposible; por ejemplo, para elevarse un sueldo un político, en Suiza, donde hay democracia y no sucedáneos mafiosos, tendría que someterse eso a referéndum y aunque se aprobase no duraría mucho en el chollo.


El pedencioso, o pedorretoso Urdangarín es un deportista; ya no puede vivir de sus musculitos y necesitaba un chalet de dos millones de euros evadiendo dinero a través de organizaciones benéficas de discapacitados. Es un hombre de estos tiempos, un amoral, un acomodaticio que desprecia a la gente de nómina; lo suyo es triscar por los campos de balonmano, vivir de las bragas Princesa, ordeñar la vaca sagrada real, engañar a Hacienda y vivir de la jeta y del cuento; qué injusta es la sociedad; la crisis la padece el pobrecito y el riquecito, incluso a la atlántica distancia que da el estar evadido evadiendo dinero en los Estados Unidos de la América del Norte, hacia donde ha marchado huyendo del pitorreo, o algo más peligroso, en compañía de una borbona a quien le ha hecho unos cuantos herederos rubitos y bien plantados; uno echa de menos esos genes de jeta, porque los tiene proletarios y nada deportivos, sino domestiquillos y de muy baja calidad. 


El Borbón que hay debajo de nuestra coronilla (que vendió en el siglo XIX, con otras joyas reales, el ladrón Pepe I, entonces llamado Duque de Survilliers) también me cae simpático, a pesar de haber sido elevado al poderío por un genocida gallego, a pesar de su afición al whisky caro y a pesar de su dudosillo pasado fratricida, en eso muy español, trastamarero y guerracivilero; o sea, como una especie de Iván el Loco, que algunos traducen como el Terrible, aunque Iván, o Juan, que es lo mismo, mató en realidad no a su hermano, sino a su propio hijo; me cae simpático incluso con su rijosa ristra de vástagos ilegítimos, que ya tenía uno antes de casarse con Sofía, y sus innumerables amantes. Y me cae simpático porque cruzar casi incólume por toda esa mugre franquista sin apenas mancharse de mierda sino muy levemente, con sólo unos pecados de bragueta y una disculpable muerte en la conciencia, habla en favor de una naturaleza recia y responsable por debajo de toda esa despreocupación aparente. Es hombre de una pieza, aunque abierto, que parece sencillo y no lo es, y por eso se ha ganado justamente las adhesiones inquebrantables que le dan. Si hemos de tener un rey, no está mal que sea él, por más que no sepa escribir discursos y provoque un sopor invencible, narcótico, con esa retórica anodina, deslucida y tópica que tan bien sabe imprimir a su pedánea y gris oratoria.

1 comentario:

  1. Alguine dijo alguna vez que solamente un rey tarado podría lanzar piedras sobre su tejado dorado, que es el de todos los súbditos o de la ciudadanía, en términos modernos. Definitivamente era un ingenuo.

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