sábado, 10 de diciembre de 2011

Vetusta Morla



Parece que los chicos de voz aterciopelada que forman Vetusta Morla están haciéndose oír con sus metancólicas canciones. A mí me gusta en especial Copenhague, por mi personaje, el Danés, que sigue esperando en la cola para que termine de escribir la primera de sus historias; a veces me ronda por la imaginación exasperado, tirándome de los pelos y gritándome que por qué no le dejo salir. Incluso me pide que lo deje todo y me vaya con él, o viaje a Madrid y marche por alguna de las callejas por donde irá hacia la siniestra Tienda de Antigüedades. Sufro mucho por ello, y por él. Es ese tipo de sufrimientos que sólo podemos entender los que han creado mundos que son sólo para los demás pompas de imaginación, mientras que para nosotros son la pesada materia de la que están hechos los sueños.

1 comentario:

  1. La persecución del imposible

    Veamos la situación desde un punto de vista fáctico. En el fondo, es indiferente que quien nos llame hacia la literatura sea real o imaginario. Yo digo que se convierte en un agujero negro, que atrae todo lo que se menea en nuestra cabeza; donde el espacio y el tiempo están maleados, incontrolados, casi unidos. Todo el imaginario conduce al danés o al manchego.

    El caso es que por alguna ley de la física cuantica (nótese la falta de tilde y léase como hablan en la mancha) los personajes cogen masa desde nuestra imaginación y se convierten en una singularidad, que por mucho que intentes acerarte a ella, no hace más que mostrate la carcajada de la locura. La solución quedarte en el horizonte de sucesos. Si rebasas la línea estás perdido.

    Pero todo nos remite a ellos, son como los agujeros negros de la galaxia. Parece ser que en cada una de ellas hay uno supermasivo, central, y cientos, miles, de menor entidad diseminados.

    Cada uno de los humanos sabe de qué hablo, hay agujeros negros en forma de madre que suelen regir las galaxias circundantes. Ellas reciben sin tregua y son capaces de alienar el tiempo y otros factores supuestamente constantes.
    Escapar de uno de ellos es difícil, se debe ensayar y calcular la fuerza precisa para limitar su atracción. Pero indefectiblemente se cae en la influencia de otro agujero. Las parejas lo intentan pero en ocasiones surgen personajes, reales o imaginarios que nos hacen embarcar hacia lo imposible. Debemos quedarnos en el horizonte de sucesos, insisto.

    ResponderEliminar