jueves, 17 de diciembre de 2015

Sobre la costumbre de ver a Franco en todo, incluso en la forma de una nube

Algunos estúpidos censuran que se cite a Franco con cualquier motivo. "Ya saben, veo una nube y es el perfil de Franco, una mancha en la pared y es Franco saliendo de la tumba; sueño y Franco viene a recogerme". Y el país lleno de franquistas. ¡¡¡Oh cielos!!!, que dijo Leoncio León y Tristón.

Llamadlo como quieras, hermosísimas criaturitas; Franco tiene muchos nombres, como el Diablo. Uno podría ser, por ejemplo, tú mismo. 

En EE. UU. tuvieron una guerra civil y la ganó un tal Abraham Lincoln. En España tuvimos otra y la ganó un tal Franco. Hay algunas diferencias: por ejemplo, Abraham era civil y Paco militar. Abraham tenía ética y Paco 111.000 desaparecidos. Abraham murió asesinado y Paco en la cama, no precisamente en el frente de batalla. 

En otra guerra civil, la francesa, entre protestantes y católicos, el que venció dijo que París bien valía una misa; pero a Paco lo que le valió su Cruzada fue solo andar bajo palio como el Santísimo Sacramento. 

Son diferencias típicamente españolas. No hubo ninguna grandeza en nuestra guerra civil; si se pareció a algo, fue a la guerra entre hutus y tutsis en Ruanda. Después de todo Franco venía de África y se trajo a los africanos consigo. Además reclutó a los bárbaros de Arminio en las selvas de Teutoburgo y a los Hérulos en las campiñas de Italia.

Pero, para ser modernos, como son los que ven en Franco algo antiguo, vamos a ir un poco más adelante en simplezas, hermosos. Tras el batacazo capitalista del crack del 29 y una depresión que dejó tantos parados en proporción como en España (aquí llaman “paro” a lo que en EE. UU. llaman “Gran depresión”), vino un señor llamado Franklin Delano Roosevelt que levantó al país. Había banca pública y podía sacarse dinero de ella. Pero después de una guerra que solo quiso él y un hambre que solo quiso él y un desastre que solo provocó él, vino Franco y puso… una tirita. Es hermoso y poético eso de ser al mismo tiempo la enfermedad y la cura, o sea, como el Pepé, ¿no?. Pues después de esta Gran Depresión, nosotros hemos tenido no a Franklin Delano Roosevelt ni a John Maynard Keynes, sino… a Rodriguito Rato y a Marianito Rajoy.

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