martes, 5 de abril de 2016

El arte de molestar

Molestar es todo un arte. Meter el dedo en el ojo y hacer que vea sus vigas gratifica, sobre todo si el ojo no es el tuyo: hay que tener bien cubiertas las espaldas y la ropa a salvo. Para el que lo hace es tan necesario como la higiene, pues no molestar hace que enfermes y huela mal tu propio interior que se está pudriendo con el veneno que no se ha expulsado. El vinagre hay que soltarlo, como hay que soltar el esperma, porque si no se altera la salud (semen retentum venenum est). Pero con humor; como las ensaladas, la gente se queda sosa sin vinagre y sin sal.

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