viernes, 10 de diciembre de 2021

Dos salmos

La eternidad de Dios y la transitoriedad del hombre. Oración de Moisés, varón de Dios.

Salmo XC


Señor, tú nos has sido refugio

de generación en generación.

Antes que naciesen los montes

y formases la tierra y el mundo,

desde el siglo y hasta el siglo, tú eres Dios.

Vuelves al hombre hasta ser quebrantado,

y dices: Convertíos, hijos de los hombres.

 Porque mil años delante de tus ojos

son como el día de ayer, que pasó,

y como una de las vigilias de la noche.

Los arrebatas como con torrente de aguas; son como sueño,

como la hierba que crece en la mañana.

En la mañana florece y crece;

a la tarde es cortada, y se seca.

Porque con tu furor somos consumidos,

y con tu ira somos turbados.

Pusiste nuestras maldades delante de ti,

nuestros yerros a la luz de tu rostro.

Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira;

acabamos nuestros años como un pensamiento.

Los días de nuestra edad son setenta años;

y si en los más robustos son ochenta años,

con todo, su fortaleza es molestia y trabajo,

porque pronto pasan, y volamos.

¿Quién conoce el poder de tu ira,

y tu indignación según que debes ser temido?

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,

que traigamos al corazón sabiduría.

Vuélvete, oh Jehová; ¿hasta cuándo?

y aplácate para con tus siervos.

De mañana sácianos de tu misericordia,

y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días.

Alégranos conforme a los días que nos afligiste,

y los años en que vimos el mal.

Aparezca en tus siervos tu obra,

y tu gloria sobre sus hijos.

Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros,

y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros;

sí, la obra de nuestras manos confirma.


Salmo XCI

Morando bajo la sombra del Omnipotente


El que habita al abrigo del Altísimo

morará bajo la sombra del Omnipotente.

Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío;

mi Dios, en quien confiaré.

Él te librará del lazo del cazador,

de la peste destructora.

Con sus plumas te cubrirá,

y debajo de sus alas estarás seguro;

escudo y adarga es su verdad.

No temerás el terror nocturno,

ni saeta que vuele de día,

ni pestilencia que ande en oscuridad,

ni mortandad que en medio del día destruya.

Caerán a tu lado mil,

y diez mil a tu diestra;

mas a ti no llegará.

Ciertamente con tus ojos mirarás

y verás la recompensa de los impíos.

Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza,

al Altísimo por tu habitación,

no te sobrevendrá mal,

ni plaga tocará tu morada.

Pues a sus ángeles mandará acerca de ti,

que te guarden en todos tus caminos.

En las manos te llevarán,

para que tu pie no tropiece en piedra.

Sobre el león y el áspid pisarás;

hollarás al cachorro del león y al dragón.

Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;

le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.

Me invocará, y yo le responderé;

con él estaré yo en la angustia;

lo libraré y le glorificaré.

Lo saciaré de larga vida,

y le mostraré mi salvación.

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