Los “berrinches” del rey emérito: su opinión sobre el 11-M y las críticas a las leyes de memoria y al juez del ‘caso Nóos’, en El País, por Natalia Junquera, Madrid - 6 DIC 2025:
Juan Carlos I admite en sus memorias discusiones “acaloradas” con el Gobierno, minimiza el bulo del PP tras los atentados de 2004 y asegura que pidió “disculpas por Zapatero”
Reconciliación está repleto de reproches. Las memorias de Juan Carlos I, que salieron a la venta en España esta semana, contienen múltiples críticas, no solo a su hijo, sino al Gobierno actual y a dirigentes políticos de distintas épocas, incluyendo presidentes que lo fueron bajo su reinado, lo que choca, incluso después de la abdicación, con las funciones de representación, arbitraje y moderación que la Constitución atribuye a la Corona. “Un rey no debe tener una ideología política”, admite el propio Juan Carlos de Borbón en el libro, donde ha vertido, sin embargo, numerosas opiniones estrictamente políticas e incluso sobre asuntos judiciales que le afectaban a él y a su familia. No es la única contradicción a lo largo de 507 páginas que comienzan recordando, precisamente, una recomendación desoída: “Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias”. El resultado es un largo ejercicio de autorreivindicación salpicado por algunas anécdotas que pretenden recordar el carácter campechano que alimentó durante años el llamado juancarlismo, como que en Abu Dabi tiene un loro (“que luce los colores de la bandera de España en la cresta”); que compartía con Clint Eastwood el mismo tono de llamada de móvil (la banda sonora de El bueno, el feo y el malo) o que en una ocasión tuvo que tragar “como una aspirina” los “ojos de merluza” que Hassan II le ofreció como un manjar.
Los “berrinches” con el Gobierno
“Nunca di rodeos con ningún presidente del Gobierno, e incluso a veces he sido muy directo y he mantenido con ellos intercambios acalorados. Reconozco que he tenido berrinches ante lo que consideraba errores peligrosos para nuestro país”, escribe el rey emérito. El exjefe del Estado acusa al Gobierno de “alegrarse” de los “ataques” que recibe. “En lugar de proteger al Estado, de trabajar protegiendo sus instituciones por la prosperidad y el desarrollo del país”, añade, “ellos lo debilitan”. Pese a que en la carta que hizo pública al abandonar España en 2020 afirmaba que el traslado obedecía a su deseo de no seguir dañando la imagen de la Monarquía con “la repercusión pública” de “ciertos acontecimientos” de su “vida privada”, en sus memorias aborda su residencia en Abu Dabi como una imposición del Ejecutivo con el beneplácito del actual Monarca. También atribuye a presiones de La Moncloa la decisión de su hijo de retirarle, tras los escándalos, la asignación de dinero público que recibía: “Supongo que también él se enfrentaba a presiones del Gobierno”. “En esa caza al hombre he demostrado ser una presa fácil”, se lamenta el emérito, quien llega a decir: “El Gobierno convirtió estas investigaciones judiciales [contra él] en una caza de brujas, en un juicio moral que afectaba a todo mi reinado y a mi acción política”. “¿Cambiarán las cosas con un Gobierno diferente? ¿Se me facilitaría el acceso a La Zarzuela?“, se pregunta.
También critica don Juan Carlos las normas de transparencia y los códigos éticos relacionados con los regalos a cargos e instituciones públicas. Tras presentar la donación de 100 millones de dólares (65 millones de euros) que le hizo el rey Abdalá de Arabia Saudí como “un acto de prodigalidad de una monarquía a otra” y compararlo con “el beduino que en medio del desierto recibe a un forastero y comparte su pan con el visitante”, el emérito lamenta que Patrimonio Nacional se opusiera en 2011 a que él y su hijo aceptaran los dos ferraris que les regaló el jeque Mohamed bin Zayed, de Emiratos Árabes, y decidiera ponerlos a la venta: “El príncipe heredero emiratí vivió esa operación como una afrenta”. Juan Carlos I admite: “100 millones de dólares es una suma considerable. Es un regalo que no podía rechazar. Un grave error”, pero luego añade: “Hoy en día se nos exige total transparencia y que nuestras cuentas sean auditadas. Hace 30 años, eso no importaba a nadie. Hoy tenemos que justificarlo todo. Este no es el mundo en el que yo crecí”. Con todo, el emérito deja entrever que no le agrada que el presidente del Gobierno use la residencia de La Mareta, en Lanzarote, que el rey Hussein de Jordania le regaló en 1989: “Tuve que cederla a Patrimonio Nacional. Hacienda me pedía una cantidad de dinero para conservar la propiedad de la que yo no disponía. Quienes pasan hoy allí las vacaciones son los presidentes del Gobierno, algunos de los cuales no dejan de criticarme y de debilitar a la Corona”.
Las leyes de memoria, Franco y la Guerra Civil
El libro contiene constantes loas y piropos a Franco, al que se refiere como “general”, nunca como dictador, y que es el personaje más citado de los que aparecen en el índice onomástico (87 menciones): “prudente”, “astuto”: “austero”; “lo respetaba enormemente, apreciaba su inteligencia y su sentido político”; “el país se beneficiaba [habla de 1976] de las aportaciones importantes del franquismo”; “Tuve la suerte de que Franco, gracias a las reformas económicas emprendidas en los años sesenta, me dejara una nutrida clase media (...) Quizá incluso podríamos considerar que nuestro proceso de Transición comenzó, subrepticiamente, con la llegada de los tecnócratas al poder a partir de 1962 [en 1974 fue ejecutado con una herramienta medieval, el garrote vil, Salvador Puig Antich, y en septiembre de 1975, otros cinco condenados a muerte]”.
Don Juan Carlos plantea una postura equidistante entre los sublevados y los fieles al gobierno legítimo durante la Guerra Civil y critica las leyes de memoria aprobadas por distintos Parlamentos democráticos desde 2007 para reparar a las víctimas que, al contrario que las del bando vencedor, nunca habían sido reparadas y buscar a los que aún yacen en fosas y cunetas. “Hoy se recuerdan más las muertes de un bando que las del otro. Los vencidos exigen reparación —olvidando a veces que también hubo un encarnizamiento dentro de su propio bando—, pero los vencedores tampoco quedaron a salvo. Desde luego no podemos ignorar la dura represión a los vencidos después de la guerra. Nadie sale indemne de un combate armado. (...) Compruebo con pesar, y a mi costa, que ese pasado sigue persiguiéndonos, como lo demuestra el actual ambiente político extremadamente polarizado, los recurrentes y perniciosos ataques a la Corona y las ‘leyes de memoria’ que se suceden, reavivando viejas heridas y el espíritu de venganza”.
El 11-M
El rey emérito asegura en sus memorias que el resultado electoral de las elecciones de 2004 habría sido otro de no haber sido por los atentados del 11-M, pero no porque el Gobierno del PP decidiese mentir sobre la autoría. “Estábamos en plena campaña electoral y Mariano Rajoy se presentaba como sucesor de José María Aznar, que contaba con un excelente historial económico. (...) En un momento en que el terror embargaba a todos, Aznar consideró a ETA responsable de esas atrocidades, antes de que las reivindicara Al Qaeda [es falso, el PP mantuvo hasta el final que la hipótesis principal era el terrorismo etarra cuando ya todos los indicios señalaban al yihadismo]. La izquierda acusó a la derecha de utilizar la tragedia con fines electorales. (...) Las elecciones dieron por resultado algo impensable la semana anterior: la derrota del PP y la victoria del PSOE, con el voto a favor durante la investidura de los ecologistas, la extrema izquierda y los nacionalistas catalanes. Sin aquel atentado, el resultado habría sido muy distinto”.
“Pido disculpas por Zapatero”
Don Juan Carlos también se refiere en sus memorias a la decisión del presidente socialista José Luis Rodríguez Zapatero de retirar, tal y como había prometido en campaña electoral, las tropas españolas de Irak. “Las relaciones entre Washington y Madrid estaban en su peor momento, algo a lo que no ayudó que Zapatero, el año anterior, cuando era jefe de la oposición, no se levantara al paso de la bandera estadounidense durante el desfile militar del 12 de octubre. Me pareció una forma desproporcionada de mostrar públicamente su antiamericanismo (...) Aproveché un viaje a Seattle para llamar a George W. Bush y decirle que quería hablar con él en privado (...) Advertí antes a Zapatero, poniéndole ante un hecho consumado. El presidente Bush me dio la bienvenida con un ‘Espero que te guste el pavo, porque es Acción de Gracias’ (...) Para eliminar cualquier ambigüedad, me apresuré a puntualizar: ‘Pido disculpas por la actitud de Zapatero”.
`Caso Nóos’: “El juez buscaba notoriedad”
El rey se refiere como “acoso legal” a las investigaciones contra él, archivadas, en la mayor parte de los casos, por su inviolabilidad como jefe del Estado, pero también alude al caso Nóos, que terminó enviando a su entonces yerno, Iñaki Urdangarin, a prisión, y sentando a una de sus hijas, Cristina de Borbón, en el banquillo. “Yo estaba encantado de que Iñaki hubiera emprendido con éxito una nueva carrera. (...) Por ingenuidad, y seguramente por irreflexión, Iñaki confiaba en él [Diego Torres, su socio] y firmaba sin pestañear todos los papeles (...) En 2013, la infanta [Cristina] fue también imputada por el juez de Palma de Mallorca, que buscaba deliberadamente notoriedad y se empeñó en convertir el caso en ejemplarizante (...) Iñaki no recibió ningún trato especial. Incluso sospecho que, por ser yerno del Rey, tuvo que pagar por su error un precio más alto que otros”. Fue condenado a seis años de cárcel por prevaricación, malversación, fraude, tráfico de influencia y dos delitos fiscales.
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