De El País de hoy:
Diez estilos afectivos de cuyos propietarios es mejor no enamorarse porque pueden ser altamente lesivos y peligrosos para el bienestar emocional.
Una relación con un trastorno límite de personalidad tiene el peor de los pronósticos. Estas personas no saben quiénes son, ni lo que quieren, "tienen una sensación de vacío infinito y se pueden presentar de múltiples formas", señala Walter Riso. Los limítrofes son personas caóticas, que lo mismo te aman como al minuto siguiente te odian. Encima, pueden ser atractivas y tienen una energía que puede convertirlos en un imán para incautos.
Alguien con rasgos paranoides, en cambio, desconfía de todo, incluso de su pareja
El histriónico quiere ser el centro y no concibe, por ejemplo, que el otro se lo pueda pasar bien sin él
El antisocial es violento
El pasivo-agresivo necesita al mismo tiempo una pareja autoritaria y sentirse libre de control
El narcisista-egocéntrico, que puede ser un triunfador en el mundo de la empresa, suele decir a su pareja: "¡Qué suerte tienes de estar conmigo!" y se muestra con ella indiferente y arrogante.
Según la psiquiatra Iris Luna, aumentan los indicadores del narcisismo porque en la cultura posmoderna la lucha por el poder, por el prestigio, la posición como valores sociales, la competitividad, hace que ciertas personas vayan adquiriendo la necesidad de grandiosidad, de buscar siempre ser el mejor. "Una multinacional no buscará un directivo obsesivo, lento en sus decisiones, y sí a un narcisista, que pasa por encima de todo el mundo", dice Luna.
Ha aumentado el desajuste entre el ideal de pareja y la realidad. "La educación sentimental se basa en un modelo romántico, contradictorio con otros modos de pensar la vida social. La relación de pareja es también una relación social, se sigue esperando de ella reciprocidad, sentido, duración, gratuidad. Sin embargo, estas características, que no se esperan del mundo del trabajo o de la política, en la pareja quedan aisladas fuera de contexto, y parecen heredar los mecanismos contrarios: se desarrollan como relaciones de dominio en privado". Estos enlaces tóxicos se producen "porque son un espejo de todo lo que hemos aprendido de nosotros mismos a través de nuestras relaciones humanas".
Uno de los problemas en el mundo del amor, sigue la antropóloga, es que se ha caricaturizado el ideal electivo o el derecho a elegir libremente la pareja, incrementándose las razones de mercado: "La relación es más tóxica si la pareja se ha formado por una cuestión de prestigio (el dinero, el estatus, el físico) porque es una relación sometida a elementos altamente variables, consumibles e incontrolables".
Elena Crespi, psicóloga del Instituto de Estudios de la Sexualidad y la Pareja, cree que "vivimos en una sociedad en la que el hecho de tener celos significa que tu pareja te quiere, cuando es todo lo contrario, que hay inseguridad". Los medios de comunicación muestran relaciones de pareja perfectas, que no existen en la vida real. Cuando una persona tiene más o menos claro qué espera de una relación de pareja y sabe lo que puede ofrecer es más fácil encontrar la persona adecuada, concluye.
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