viernes, 16 de enero de 2009

Pedro Antonio Castellanos, un ciudarrealeño amigo de Hernán Cortés


D. Pedro Antonio Castellanos nació en Ciudad Real, provincia de Castilla, reino de Toledo en España, en 1480, época en que su padre D. Antonio se había retirado del servicio y pasaba en Toledo por hombre de mucha valía en la Corte y por uno de sus más festivos poetas, por cuya razón le hizo el Rey maestro de sus pajes y le señaló una renta, que disfrutó su hijo, sobre el patrimonio real. Con el favor del padre logró D. Pedro salir al ejército conquistador del Nuevo Mundo en clase de capitán de infantes o peones, y se embarcó para Cuba, sirviendo en La Habana bajo las órdenes del gobernador Velázquez, amigo de su padre.

Negándose Castellanos a marchar a Costa Firme en la expedición mandada por Hernando Cortés en 1518 por haber tenido antes un desafío con este héroe por razón de amores, empezó entre ambos una enemistad que fue fatal al más débil. Cuando, celoso el gobernador de Cuba por la supremacía que había tomado Cortés en Costa Firme, mandó contra él una división, Castellanos fue uno de los jefes que mandaron aquella expedición; pero, pasándose todos al partido de Cortés, quedó solo él con algunos oficiales y soldados que no tardaron en caer prisioneros del caudillo, el cual no fue muy generoso con su enemigo, al que hubiera ciertamente fusilado si el amor que le tenían los soldados no le hubiera salvado por temor de que se revolucionasen en su favor; puesto en libertad Castellanos, regresó a Cuba, desde donde Velázquez le mandó a Madrid para ser portador de las acusaciones contra Cortés; pero fue tan generoso que, lejos de agriar la causa que se le formó en el Consejo de Indias por orden de Carlos V, fue su mayor defensor y, cuando vino Cortés a Madrid para defenderse de las acusaciones, no sólo le visitó, sino que hizo todo lo posible para que el Emperador le concediese una audiencia que no pudo conseguir: el enemigo de Cortés se convirtió en su mayor amigo, y lo fue hasta la muerte de este valiente, acaecida en 1554, en cuyo tiempo escribió su elogio en un papel que le honra y que pone de manifiesto lo mucho que en la conquista de México se le debe.

Retirándose Castellanos a una haciendilla que le dejó su madre D.ª María Pimentel en la villa de La Solana en La Mancha, que era la casa solariega de sus antepasados, murió el año 1556, dejando tres hijos, de los que dos fueron valientes militares que pelearon en las conquistas sucesivas del Nuevo Mundo, y una hija que fue dama de honor de la reina D.ª Isabel de Valois, mujer tercera de Felipe II, siendo desterrada después de la muerte de esta princesa y tratada con tal rigor por orden del Rey, que falleció en Francia llena de pesar de no poder morir al lado de su querida familia. Su hijo D. Bernardo siguió la carrera de las letras, y fue tan aficionado al estudio de las antigüedades que, a imitación del famoso Antonio Agustín, compuso unos Diálogos sobre las antiguas monedas de los reyes de España hasta Felipe II, cuyo manuscrito conserva con ánimo de publicarle su descendiente D. Basilio Sebastián Castellanos, fundador de la Academia Española de Arqueología, creada en 1837, y primer catedrático de esta ciencia en España, cuyas enseñanzas estableció el primero en este país, y anticuario actualmente (1846) de la Biblioteca Nacional, ya conocido por las obras que ha publicado sobre numismática y antigüedades.

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