Comienza el año con propósitos nuevos, como siempre. Llevarlos hasta el final es lo dificil. Tres millones de parados rebasados ampliamente y se preveen cuatro para el año que viene, y Shoemaker dice que él solito podrá con todo. Mientras, admitiremos a un millón de nietos de emigrados por la guerra civil y a más inmigrantes; quien quiera trabajar de verdad tendrá que trabajar de verdad y no le van a dejar hacer el vago. Manos a la obra. Mientras, el Gobierno da ayuditas a los bancos para curarles de su avaricia desmedrada. ¿La avaricia se cura con dinero? Una proposición indecente: un plan general de inversiones públicas para crear nuevas escuelas e institutos con el fin de reducir la ratio, mejorar la enseñanza, reactivar la industria de la construcción y atajar el problema del paro.
Pero claro, eso es una proposición indocente e indecente. Mejor dar dinero a los bancos para curarles de su avaricia y adoptar medidas huecas, aparentes y aparatosas. ¿Qué diría el recién creado ministerio de deportes si le quitasen su asignación para crear escuelas? ¿Qué las comunidades autónomas si les quitan su asignación para bailes folclóricos?
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