miércoles, 25 de febrero de 2009
Lumbreras del futuro
Hace uno o dos años pregunté en un curso a cada alumno qué profesión futura deseaba tener. Algunas de las respuestas me desconcertaron, de verdad: "Probador de videojuegos". Seguro que este termina siendo director de CPR y diseñando videojuegos para aprender Filosofía, Cálculo integral o Trigonometría esférica. Otros: "No sé." "¿Y por qué no lo sabes?" "No sé". Nada, materia oscura y amorfa, voluntad sin objetivo, fuera de prolongar naturalmente la silla, robar oxígeno del aire y contaminar acústicamente la percepción de los pocos interesados, que también los hay, para desgracia suya y mía, pues no puedo tirar la toalla. Este gobernará España. Otro: "¿Qué?" Este estaba en Marte, con los robots Oportunity y Spirit, buscando agua y hielo para hacerse un whisky. El teorema del vago: "Ni lo intento, ni lo hago". Descorazonador. Este triunfará en Televisión.
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Profesar, ya lo dice la palabra es cuestión de fe. Uno se dice soy profesor, otro soy arquitecto. Wyoming que es médico ejerce de periodista satírico, en la línea de tantos otros que conoces, aunque él lo niegue.
ResponderEliminarLos amigos del orden precisan encasillar a las gentes. Todos precisamos ser algo y buscamos el reconocimiento social en forma de títulos y credenciales que acrediten lo que por nosotros mismos es difícil de explicar. Una tarjeta de presentación que equivale a una conversación previa.
Los alumnos son muy jóvenes para saber contestar esa pregunta, la fe la tienen depositada en sus fuerzas que en la adolescencia son muchas. Sería más fácil si preguntaras cuestiones indirectas, al esilo de: cuando pasen los años y salgáis de casa, donde os gustaría más trabajar, al aire libre, en un despacho, de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo vendiendo tractores, en una tienda, en una fábrica. Eso les haría volar la imaginación y te apuesto lo que quieras a que la mayor parte se ve al aire libre, y es que sus hormonas no paran de inquietarles.
El sistema educativo anda equivocado en los tiempos que impone al alumnado, pero la máquina tragapersonas del capital necesita carne fresca. A la juventud hay que dejarla correr y de 18 a 22 la carrera del galgo es más instructiva que la de la facultad. Tal vez hable por experiencia propia pero pasados los 20 ves con más claridad y eliminas condicionantes absurdos propios de la inexperiencia vital, eligiendo más acertadamente.
Educación a lo largo de toda la vida y un tiempo para cada cosa. Nacer, crecer, desarrollarse y, más tarde, producir con ganas e ilusión los pocos años buenos que quedan en medio, antes de los achaques. Momento en que es ideal aprender y enseñar historia.