De hecho, el uso de las muletillas, cuando es exagerado, no ha pasado desapercibido nunca tampoco para el común de las gentes, que puede llegar a bautizar a algunos de estos descomedidos usuarios con apodos tales como “el digamos”, “el oséase”, u otros más trabajosos.
Las muletillas son expresiones más o menos estereotipadas que se utilizan de manera automática al hablar para lograr determinados fines que no suelen ser conscientes, como:
- a) mantener el interés del o de los interlocutores
- b) controlar el turno de palabra, dominando el uso del habla
- c) darse el hablante lapsos de tiempo o ánimos para recuperarse de las dificultades que experimenta al expresarse, establecer pequeñas pausas para pensar en medio del discurso
- d) controlar el estatus social/cultural desde el que pretende uno manifestarse ante los demáse) buscar pequeños acuerdos o complicidades con el interlocutor
- f) subrayar, matizar o dar un significado especial a ciertas palabras dichas o por decir
- g) expresar de forma subliminal e incontrolada las ocultas intenciones del hablante
Algunas de ellas las denomina "de mentes superiores": marcan la superioridad intelectual del que habla: ¿Entiendes? ¿Te enteras? -Para que te enteres- ¿Te vas enterando ya? ¿Te aclaras?, ¿Te percatas?, ¿Lo captas? ¿Me explico? Entiéndeme ¿Lo pillas? ¿Sí? ¿Ya? ¿Vale? ¿Cierto? ¿Me sigues? ¿O qué? ¿Y qué? ¿Y qué pasa? ¿Y qué tienes tú que decir a eso? ¿No? ¿O no? ¿Sabes?
Otras, muy por el contrario, marcan a los apocados, los modestos: Como aquél que dice - Como el que dice No es porque yo lo diga, pero... Como si dijéramos Diríamos Es un decir Es decir Por decir algo Digo yo Digamos …Que digamos Quién diría Quién dirá Esto... ¿qué te iba a decir? Qué quieres que te diga… Ea…
Otras dicen "hasta cierto punto" para eludir responsabilidades Es importante tener escapes, salidas de emergencia más o menos cómodas y aparentemente baratas a la hora de decir las cosas. Porque sabemos que no todo es blanco o negro, que existe la ambigüedad, las medias tintas, las dudas. Porque no hablamos como quería Wittgenstein, como si expresásemos fórmulas matemáticas. Estas partículas relativizan nuestras afirmaciones, solicitan un poco de manga ancha al oyente, recaban su complicidad en nuestra vaguedad o inexactitud. El uso desmedido de este tipo de recursos, demasiado disponibles en el habla corriente, los convierte en muletillas: Como – Como muy, Tipo - del tipo de, Pues nada, Como el que no quiere la cosa, De alguna manera, de algún modo
Otras las clasifica como "aparentemente conminatorias", aunque yo las denominaría "didácticas": Mira - Mire usted Calla - Calle usted - Calla, hombre, calla Imagínate – Imagínese usted Fíjate – Fíjese usted Escucha - Escucha un momento
Las muletas al natural
ResponderEliminarEstudiar las muletillas de manera que se vincule con la psicología es harto gozoso para ontomólogos y diseccionadores de humanos, como la manía que algunas personas tienen de reventar los granos ajenos.
Al final, de tanto escudriñar sin encontrar el ser, que no existe, pues deviene o discurre como el río de Heráclito, se convierten en meros espectadores que imaginan la película a su manera, reduciéndola. Pero una buena película es inabarcable e inexplicable, hay que verla para emitir juicios.
Con las personas y sus muletillas igual, las primeras son sujetos y las otras objetos,y, los objetos no definen al sujeto que los usa o posee, como tampoco lo define su mujer o marido, o su profesión, o su lugar de nacimiento, la cosa es más compleja, diversa y dinámica.
Creo más interesante calcular la cantidad que su intención psicológica, tan mudable como el tiempo. En la cantidad o en su repetición sí podemos saber cuestiones de harto interés como su capacidad de mantener un discurso coherente, es decir, su inteligencia aplicada, las veces que se esconde en los circunloquios para pensar lo que decir, o sea, su rectitud, tan infrecuente en todos los lugares y épocas. Y podríamos seguir, pero no me gusta la enumeración, muy necesaria en cuestiones pedagógicas pero poco aleccionadora cuando se trata de la vida, tan instántanea como inútil, tan frágil como el nudo que une al árbol y sus hojas en otoño.
Creo que era Gala quien decía que no recomendaba a nadie que fuera escritor, pues éste es fundamentalmente un observador, que pendiente de lo que le rodea, descuida la acción. Y la vida como decía Goethe en su Fausto es acción.
Los que usan las muletillas de manera exagerada demuestran pobreza, y no precisamente material... ¿le llamamos humana o cultural?
Te recomiendo, Carlos, que antes de juzgar leas el blog sobre muletillas. Si lo has hecho con cierta benevolencia o, al menos, tratando de acallar el riguroso y estereotipado prejuicio que tienes contra los psicólogos (pues es bastante generalizador), comprobarás que es bastante más irónico de lo que parece.
ResponderEliminarEn cualquier caso, nunca he pretendido diseccionar al ser humano, como dices, pero sí hacer una observación divertida de las pequeños "incoherencias" que nos asaltan A TODOS cotidianamente, sin la omnipotente pretensión de buscar al Ser, como supones. Y de paso hacer un pequeño análisis semántico de algunas expresiones que utilizamos constantemente en nuestro idioma.
Mucho menos aún me interesa lo que parece que te preocupa a ti: dilucidar la inteligencia aplicada de las personas o su grado de coherencia o incoherencia. Tal vez sean rasgos interesantes para un director de recursos humanos de una empresa, un aspecto de la psicología del que, personalmente, abomino.
Tampoco me interesa poner en una balanza el tema de la pobreza cultural o humana de las gentes (que, por cierto, son conceptos que yo no metería jamás en el mismo saco). No creo en la pobreza humana más que como un posible estado circunstancial, y en todo caso no soy quién para medirla.
Lo de la rectitud sí me parece interesante analizarlo, porque también yo lo considero un valor importante. Y es justamente una de las variables que creo que se analizan en mi modesto trabajo del blog: qué es lo que en el fondo se quiere decir cuando se está diciendo otra cosa.
Por cierto, lo de reventar granos ajenos (que me ha molestado), parece ser una de tus debilidades, a tenor de tu extemporánea intromisión crítica.
Miguel Ángel Mendo