viernes, 27 de febrero de 2009

Una gran y bárbara historia. Gilles de Rais y Juana de Arco

La realidad supera a la ficción. prueba de ello es la historia de Gilles de Rais y de Juana de Arco, una realidad que parece casi absurda. Gilles, militar providencial, fue uno de los grandes monstruos de la historia, tanto que pasó al imaginario popular como el Hombre del saco o Barbazul. Y sin embargo era un cristiano auténtico, que creía a pies juntillas en Juana de Arco y peleó hasta la extenuación por ella y le salvó la vida varias veces y se constituyó en su protector y guardaespaldas: el demonio al lado del ángel. Lloró cuando fue quemada. Y después torturó, violó y asesinó al menos a doscientos niños. Leía las barbaridades de su propia alma en las Vidas de los doce césares de Suetonio y se justificaba diciendo que actuaba por una invencible inclinación de su horóscopo que se veía incapaz de contradecir (se rodeó de una pintoresca corte de nigromantes, brujas, astrólogos etcétera); ya en su infancia se incubó ese carácter psicopático: la violenta y sangrienta muerte de su padre, que contempló; su orfandad, su afición a la caza de animales... Se conserva por escrito su juicio, del que espigo algunas declaraciones curiosas:

Me gustaba ver correr la sangre, me proporcionaba un gran placer. Recuerdo que desde mi infancia los más grandes placeres me parecían terribles. Es decir, el Apocalipsis era lo único que me interesaba. Creí en el Infierno antes de poder creer en el Cielo. Uno se cansa y aburre de lo ordinario. Empecé matando porque estaba aburrido y continué haciéndolo porque me gustaba desahogar mis energías. En el campo de batalla el hombre nunca desobedece y la tierra toda empapada de sangre es como un inmenso altar en el cual todo lo que tiene vida se inmola interminablemente, hasta la misma muerte de la muerte en sí. La muerte se convirtió en mi divinidad, mi sagrada y absoluta belleza. He estado viviendo con la muerte desde que me di cuenta de que podía respirar. Mi juego por excelencia es imaginarme muerto y roído por los gusanos. Yo soy una de esas personas para quienes todo lo relacionado con la muerte y el sufrimiento tiene una atracción dulce y misteriosa, una fuerza terrible que empuja hacia abajo… Si lo pudiera describir o expresar, probablemente no habría pecado nunca. Yo hice lo que otros hombres sueñan. Yo soy vuestra pesadilla.

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