El arte de amargarse la vida según Paul Watzlawick
Existen infinitas formas de amargarse la vida: nuestra creatividad en este sentido es infinita. Además, muchas de esas formas pasan desapercibidas por actuar en un plano por debajo de la consciencia. De ahí el énfasis que pone Paul Watzlawick, quien aporta una visión diferente sobre situaciones cotidianas que amargan.
El arte de amargarse la vida, obra literaria, supuso el reconocimiento internacional de Paul Watzlawick, una de las figuras clave de la psicología por su aportación a la teoría de la comunicación y a la psicoterapia.
Se trata de un libro de autoayuda donde el autor hace una recopilación de actitudes o conductas que frecuentemente llevamos a cabo sin darnos cuenta y que nos perjudican.
La finalidad de la obra El arte de amargarse la vida es invitar al lector a detectar aspectos de su vida cotidiana en los que pueda incurrir, según señala el autor de forma inconsciente, y que nos obstaculizan, frenan nuestro crecimiento personal.
En definitiva, detectar comportamientos y actitudes con la finalidad de intentar modificarlos, pues tal y como afirma Watzlawick existen actitudes inconscientes que nos amargan la vida. En este artículo destacamos aspectos importantes de su obra.
Sobre todo esto: sé fiel a ti mismo…
En este capítulo de su obra, Watzlawick hace especial hincapié en la importancia de ser fiel a uno mismo: hacer lo que realmente quieres hacer en sintonía con lo que piensas y sientes al respecto.
Tal y como afirma el autor, ser fiel a uno se trata fundamentalmente de la convicción de que no hay más que una sola opinión correcta: la propia.
En este sentido, ser fiel a uno mismo significa asumir la responsabilidad de las decisiones que tomas escuchando tu voz interior; perseguir tus sueños y tus metas sin importarte lo que puedan pensar los demás.
Por ello, cabe plantearse, ¿qué necesitas para alcanzar tu propio bienestar? ¿Cuáles son tus sueños? ¿Realmente lo que experimentas en tu vida lo has elegido tú o lo han elegido por ti?
No hay mejor forma de amargarse la vida que no ser fiel a sí mismo.
Autocumplimiento de las profecías
Las profecías autocumplidas, según Watzlawick, crean una determinada realidad casi por arte de magia, pues la profecía (la creencia acerca de un suceso) lleva al suceso de la profecía precisamente.
Por ejemplo, si creo que voy a fracasar en un examen, es probable que nuestro comportamiento se vaya modificando a partir de esta creencia, pues las creencias condicionan en gran medida nuestra conducta.
En otras palabras, si realmente crees que algo va a suceder probablemente sucederá, pues acabaras actuando de tal manera. Por lo que realizar autoprofecías en una forma de amargarse la vida, ¿cómo no me voy a “amargar” si me estoy anticipando y preocupando de lo que va a ocurrir antes de que pase?
“Trata a una persona como es y permanecerá como es. En cambio, trata a una persona como puede ser y podría ser y se convertirá en lo que puede y podría ser”. -Stephen R. Covey-
Sé espontáneo
Watzlawick asegura que exigir que algo se recuerde u olvide con espontaneidad; desear un regalo y sentirse frustrado de recibirlo solo por haber expresado el deseo, pretender que querer a una persona por obligación; concretamente, intentar provocar una respuesta mediante el empeño de la voluntad hace precisamente que sea imposible lo que se intenta: ¿nos amargamos la vida intentando conseguir un comportamiento que solo aparece espontáneamente?
Esto es, exigir una conducta, actitud y/o emoción que necesariamente tiene que ser espontánea provoca que acabe no siendo, perdiendo parte de su naturaleza y sus consecuencias, por el hecho de haber sido exigida.
¿No sería más fácil permitir que surja la conducta y/o emoción de forma natural sin imponernos algo distinto? Para el autor, esta imposición en la que caemos es una clara forma de amargarse la vida.
Si alguien me quiere, no está en su cabal juicio
El autor relata en su obra: “ya que hablamos de amor, empecemos por una advertencia importante. Dostoievski decía que el texto bíblico «ama a tu prójimo como a ti mismo» seguramente ha de entenderse al revés, es decir, que solo se puede amar al prójimo cuando uno se ama“.
Dicho de otro modo, nos amargamos la vida con frecuencia al vivir centrados en querer a una persona o dudando si alguien puede querernos sin darnos cuenta de que para querer es necesario partir del amor propio, pues es la base de todos los amores. ¿Cómo no voy a dudar sobre si una persona me quiere… cuando yo mismo no me quiero? ¿Cuándo voy a encontrar razones para que el otro me quiera si no encuentro motivos para apreciarme a mí mismo?
Para concluir, existen infinitas formas de amargarse la vida. Muy seguramente gran parte de esas formas pasan desapercibidas, puesto que ni siquiera somos conscientes de las mismas. De ahí el énfasis que pone Paul Watzlawick, quien aporta una visión diferente sobre situaciones cotidianas que nos amargan, frenan el crecimiento y desarrollo personal.
En definitiva, ¿y si dejamos de amargarnos la vida con ciertas actitudes y creencias negativas y nos centramos en lo realmente importante y beneficioso para nuestro bienestar?
“No me aprecio a mí mismo. No puedo apreciar a nadie que me aprecie. Solo puedo apreciar al que no me aprecia”. -Laing-
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