Respecto al modo de ser de los aragoneses, amantes del epigrama:
Preguntando su padre al torrero ó cultivador de una finca que poseían en las cercanías de Zaragoza lo que opinaba acerca de la improvisada fortuna de uno de sus convecinos, le contestó con esta frase digna de un Cicerón ó un Séneca: «No he visto nunca que crezca el río con agua clara».
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