sábado, 25 de octubre de 2008

Un cuento muy largo y anónimo

Canta, oh diosa, no sólo la cólera de Aquiles, sino cómo al principio creó Dios los cielos y la tierra y para que luego, durante más de mil noches, alguien contara la historia abreviada del hombre, y así supiéramos que Gilgamesh peregrinó en busca de inmortalidad y que, a mitad del andar de la vida, uno despertó una mañana convertido en un enorme insecto, otro probó una magdalena y recuperó de golpe el paraíso de la infancia, otro dudó ante la calavera, otro se proclamó melibeo, otro lloró las prendas mal halladas, otro quedó ciego tras las nupcias, otro soñó despierto y otro nació y murió en un lugar de cuyo nombre no me acuerdo. Y canta, oh diosa, con tu canto general, a la ballena blanca, a la noche oscura, al arpa en el rincón, a los cráneos privilegiados, al olmo seco, a la dulce Rita de los Andes, a las ilusiones perdidas, y al verde viento y a las sirenas, y a mí mismo.

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