"A favor de las humanidades" por Francesc Arroyo El País, 4 de marzo de 2013
Hace unos meses, un grupo de profesores de diversas disciplinas humanísticas coincidieron en la preocupación por la situación de las humanidades, en la enseñanza y en la sociedad. Amparados por el Institut d’Estudis Catalans (IEC) que preside el sociólogo Salvador Giner, redactaron un manifiesto que han decidido someter a la consideración de otras personas. Quienes se hallen interesados en participar en el debate pueden enviar al IEC su adhesión o sus aportaciones hasta el próximo 31 de marzo. Entre los firmantes figuran, además del propio Giner, los pensadores Rafael Argullol, Jordi Llovet y Victòria Camps, y el sacerdote católico Xavier Morlans. El texto que sigue es la traducción al castellano del original catalán. Consta de un preámbulo y un conjunto de propuestas. Los interesados en adherirse o realizar aportaciones pueden dirigirse a Gabinet.Presidencia@iec.cat.
Unas humanidades con futuro
Las últimas transformaciones en el mundo de la enseñanza, los vastos procesos culturales de cambio y las convulsiones en la situación económica y política, con el predominio de la lógica del mercado capitalista, son factores que inciden en el cultivo de las que, en los países occidentales, se conocen como “humanidades”. Las humanidades han configurado la cultura occidental desde sus inicios (Atenas, Roma, Jerusalén), a través de un vínculo con las ciencias y la técnica, el cual se manifiesta sobre todo en el Renacimiento y se prolonga hasta lo modernidad. Esta se basa en el espíritu crítico y dialogal, la democracia, la tolerancia, el respeto a la ciencia, el pluralismo de creencias y el conocimiento filosófico. Alejarse de las humanidades empobrece y aísla. Occidente ha forjado una visión del mundo en el que la autonomía y la dignidad de la persona y su constitución espiritual son la base de un sentimiento común.
La intensa preocupación, plenamente justificada, de los gobiernos y de la sociedad civil por el fomento de la ciencia, la tecnología y las nuevas formas de transmisión del conocimiento y de la información, ha ido acompañada de una disminución de la atención hacia las humanidades. Igualmente, otros factores, como la pérdida de los grandes relatos históricos y de los referentes colectivos, han contribuido a debilitar el cultivo de las humanidades. Las dificultades con las que se encuentran las humanidades se inscriben en una crisis más general del saber, también del saber científico, a menudo valorado sólo por sus aplicaciones prácticas y sin que se lo relaciones con la pregunta por el sentido.
La merma de la cultura humanística comporta el empobrecimiento del pensamiento, la precariedad del discurso ético y la pérdida de la cohesión de nuestra civilización. En este sentido, es urgente salir del analfabetismo funcional y simbólico, que deja grandes vacíos en el sistema de referencias personales y colectivas y permite sumisiones y manipulaciones. Es necesaria una recuperación del símbolo, empezando por el propio lenguaje, en sus horizontes filosófico y religiosos, como uno de los signos distintivos de la cultura humanística completa. La cultura humanística es una inversión necesaria.
Las humanidades son percibidas como faltas de atracción, como si fueran poco más que un legado arcaico y sin interés. Sin embargo, llevan en su interior la pasión por la belleza y por un mundo más humanizado, libre y feliz. Las humanidades son interesantes y útiles, porque ayudan a la persona humana a examinarse a sí misma y a valorar y admirar lo que recibe de otras personas, porque contribuyen a articular críticamente el propio pensamiento y a expresarlo de manera inteligible, porque discernir y tener criterio es imprescindible para vivir y para orientarse. Con todo, es necesario recuperar el entusiasmo por todas las creaciones del espíritu humano y restablecer y potenciar la figura del maestro que cultiva y comunica las humanidades con pasión.
La educación se ha erigido en un reto capital en un mundo que tiende al individualismo y a la desvinculación de las responsabilidades compartidas. La transmisión del saber y de la sabiduría no poder quedar al margen de la sociedad del conocimiento. La tecnosfera ha de permitir, más bien, una circulación amplia de la cultura la humanística. Igualmente, en los medios de comunicación, las propuestas de tipo humanístico han de encontrar un eco riguroso y de calidad. Las humanidades forman parte del “núcleo duro” de las formas espirituales de la vida, más allá del materialismo y del utilitarismo.
Por todo ello, hacemos las siguientes propuestas:
Las lenguas y la literatura, la filosofía, la historia y las artes son los pilares fundamentales de la civilización y la cultura. Por eso es imprescindible garantizar que todo el mundo sepa hablar, leer y escribir correctamente. En relación a Secundaria, los escritores clásicos, griegos y latinos, y os grandes relatos de la Biblia (la antigua “historia sagrada”) han de ser referentes culturales que han de encontrar su sitio en el currículo escolar. Por eso, es necesario impulsar el aprendizaje de las lenguas modernas y de las lenguas clásicas (griego y latín), que se han de mantener como materias optativas pero no residuales. Por otro lado, en lo que respecta a la literatura, es necesario establecer un canon abierto de autores y de obras que resuman los frutos del conocimiento humanístico que todos debería asimilar. En no pocas culturas europeas, emulando la familiaridad con de los griegos con Homero, se tiende a promover el conocimiento de los clásicos respectivos durante la Secundaria. Esta tendencia ha de ser mantenida en el caso de la cultura catalana, que no ha de menospreciar los grandes valores de la literatura universal, entendida como patrimonio de la humanidad.
La Universidad ha de combinar la especialización con una consideración global de los saberes. La conexión y la transversalidad es hacen, pues, especialmente necesarias. Es necesario plantear fórmulas inteligentes que hagan que las humanidades estén presentes en los currículos de las carreras técnicas. Concretamente, en los currículos escolares y universitarios hay que encontrar un equilibrio entre las disciplinas técnicas y las humanidades. No se pueden confinar las humanidades en las “carreras de letras”. Las ciencias necesitan las humanidades, y las humanidades no pueden desvincularse de la ciencia.
Las humanidades han de procurar establecer alianzas estratégicas con las ciencias, con las tecnologías y con el mundo de la comunicación. La cultura humanística ha de valerse de todos los aliados posibles para contribuir eficazmente al espíritu de los tiempos. Es conveniente, por ejemplo, que la cultura humanística emplee las nuevas tecnologías sin abandonar del todo los formatos tradicionales, sino poniendo de manifiesto la complementariedad entre tradición e innovación, y buscando la mejor manera de difundir e impulsar lo que es esencial en el mundo del pensamiento: la autoridad de la razón. Las humanidades necesitan una discriminación positiva. En este sentido, sería conveniente fomentar el gusto por la lectura, la escritura y el conocimiento de los clásicos.
Los medios de comunicación – también aquellos que utilizan los nuevos códigos comunicativos – son vehículos potentes de difusión cultural, y en última instancia se han convertido en “educadores”, sobre todo de las generaciones más jóvenes. La cultura humanística ha de entrar en el mundo de la comunicación, y hace falta receptividad por parte de los medios para que esto sea factible. Las humanidades tendrán futuro en la medida en que sean entendidas como factor de humanización, de responsabilidad moral y cívica y de crecimiento del espíritu humano.
Barcelona, 16 de enero de 2013
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