En no poco, España es una Italia, y empieza a serlo en casi todo. Ambos países atravesamos por largas etapas fascistas y posfascistas, y tenemos el imbroglio o embrollo como forma de gobierno institucionalizada desde hace muchísimo y sin evolución ni revolución posibles.
Todo es estar a medias en todo, una pura doctrina del shock. Una crisísima profundísima. Es como lamenta el salmo de Asaf: "y nadie entre nosotros sabía hasta cuándo". Nadie entre nosotros va a asumir la soberanía nacional en nombre del pueblo en la Puerta del Sol, nadie va a pegar cuatro tiros al aire ni va a establecer un gobierno provisional que convoque elecciones a Cortes constituyentes. Los tanques no van a venir a joder la marrana y, en todo caso, vendrán señoras gordas a tocar el arpa.
Parecía que nuestro sistema operativo político tenía obsolescencia programada, pero, quia, nadie supo ni quiso pensar en otra cosa que en que gobiernen ellos, los alemanes, ya que nos gobiernan unos italianos de Génova aplastándonos los huevos de Colón, ay, y degradando la democracia, si hubo tal ente quimérico y quijotesco en vez de una peste borbónica de cleptocracias familiares en plan chorizo y robagallina. El gobierno de la apariencia sobre la esencia; un gobierno tan obnubilata como el propio Wert, que hasta para recortar se hace un lío y con tan poca inteligencia que, como en Sanidad, se corta lo sano y no lo corrupto. ¡Cuántos muertos habrá costado ya el navajazo sanitario! ¡Cuánta miseria la retraición de los políticos borbónicos o pepoístas, y toda su Re-Corte, nada artúrica, de caballeros mamandantes!
El estado es un cascarón de papeles, una gallina huera de muñecas rusas, una máquina de no hacer nada que dificulta todo movimiento, toda esperanza, toda renovación con un misoneísmo fáctico que sobreviene como a Italia, pero con un poco menos de inercia, con solo ochenta años de corrupción generalizada.
Porque en España hasta se anula, con las demás leyes, la ley de la gravedad. Nada es grave aquí, nada se castiga, ni siquiera con rigor. Y la falta de gravedad se nota ya en gran parte del país, que vive flotando en el limbo del paro como los dos astronautas de la película, no up in the air, aunque también, que hizo Clooney, en espera de la castaña que más pronto que tarde les van a dar. Y será pilonga.
La culpa es de la Justicia, si es que la justicia puede ser culpable de algo, que suena terrible, como el mundo al revés, aunque sea verdad: nada podemos esperar de ella sino la paraplejia y la muerte por desgana y agotamiento. La esperanza se pudre en su tumba de Pandora y queda ya hecha un esqueleto; nadiecico la va a sacar de ahí, ni siquiera como zombi. No se han escrito leyes nuevas y seguimos con las viejas; la justicia sigue sin espada, no amputa los miembros con gangrena y todo el país se muere de septicemia, por falta de enfermeras y médicos también, despedidos en medio de basuras infectadas y sin recoger, incluida la basura que nos gobierna.
Porque toda política y justicia posibles se hacen en realidad fuera de España, en Alemania o más lejos, sin la secuestrada soberanía nacional, en manos de chorizos y borbónicos. Más que europeizar España habría que helvetizarla o escandinavizarla, o salir corriendo, porque si los teutones hacen algo será alemaniaorientalizarnos. Hasta a los Erasmus nos los quieren devolver, si es que no es una diwertsión de wert. No, gracias; nos iremos a Rumanía, como Ovidio, a chuparle la sangre a Vlad el Empalador, un hombre justo que haría mucha falta aquí: en su feudo nadie se atrevía a robar, al menos sin esperar que le sacaran los ojos de la cara y le metieran un trinche por el culo.
Todo es estar a medias en todo, una pura doctrina del shock. Una crisísima profundísima. Es como lamenta el salmo de Asaf: "y nadie entre nosotros sabía hasta cuándo". Nadie entre nosotros va a asumir la soberanía nacional en nombre del pueblo en la Puerta del Sol, nadie va a pegar cuatro tiros al aire ni va a establecer un gobierno provisional que convoque elecciones a Cortes constituyentes. Los tanques no van a venir a joder la marrana y, en todo caso, vendrán señoras gordas a tocar el arpa.
Parecía que nuestro sistema operativo político tenía obsolescencia programada, pero, quia, nadie supo ni quiso pensar en otra cosa que en que gobiernen ellos, los alemanes, ya que nos gobiernan unos italianos de Génova aplastándonos los huevos de Colón, ay, y degradando la democracia, si hubo tal ente quimérico y quijotesco en vez de una peste borbónica de cleptocracias familiares en plan chorizo y robagallina. El gobierno de la apariencia sobre la esencia; un gobierno tan obnubilata como el propio Wert, que hasta para recortar se hace un lío y con tan poca inteligencia que, como en Sanidad, se corta lo sano y no lo corrupto. ¡Cuántos muertos habrá costado ya el navajazo sanitario! ¡Cuánta miseria la retraición de los políticos borbónicos o pepoístas, y toda su Re-Corte, nada artúrica, de caballeros mamandantes!
El estado es un cascarón de papeles, una gallina huera de muñecas rusas, una máquina de no hacer nada que dificulta todo movimiento, toda esperanza, toda renovación con un misoneísmo fáctico que sobreviene como a Italia, pero con un poco menos de inercia, con solo ochenta años de corrupción generalizada.
Porque en España hasta se anula, con las demás leyes, la ley de la gravedad. Nada es grave aquí, nada se castiga, ni siquiera con rigor. Y la falta de gravedad se nota ya en gran parte del país, que vive flotando en el limbo del paro como los dos astronautas de la película, no up in the air, aunque también, que hizo Clooney, en espera de la castaña que más pronto que tarde les van a dar. Y será pilonga.
La culpa es de la Justicia, si es que la justicia puede ser culpable de algo, que suena terrible, como el mundo al revés, aunque sea verdad: nada podemos esperar de ella sino la paraplejia y la muerte por desgana y agotamiento. La esperanza se pudre en su tumba de Pandora y queda ya hecha un esqueleto; nadiecico la va a sacar de ahí, ni siquiera como zombi. No se han escrito leyes nuevas y seguimos con las viejas; la justicia sigue sin espada, no amputa los miembros con gangrena y todo el país se muere de septicemia, por falta de enfermeras y médicos también, despedidos en medio de basuras infectadas y sin recoger, incluida la basura que nos gobierna.
Porque toda política y justicia posibles se hacen en realidad fuera de España, en Alemania o más lejos, sin la secuestrada soberanía nacional, en manos de chorizos y borbónicos. Más que europeizar España habría que helvetizarla o escandinavizarla, o salir corriendo, porque si los teutones hacen algo será alemaniaorientalizarnos. Hasta a los Erasmus nos los quieren devolver, si es que no es una diwertsión de wert. No, gracias; nos iremos a Rumanía, como Ovidio, a chuparle la sangre a Vlad el Empalador, un hombre justo que haría mucha falta aquí: en su feudo nadie se atrevía a robar, al menos sin esperar que le sacaran los ojos de la cara y le metieran un trinche por el culo.
¿Y cómo funciona la máquina de no hacer nada? Su función verdadera, aparte de impedir que se haga algo, que es lo primordial, es servir de escondite a los que realmente hacen lo que se puede hacer en España: robar limpiamente y como lavado con Perlán. Para poder obrar así hay que sacarse un título de medro que se da en el Pepoe o en cualquiera de las escuelas de mentir y temer que hay abiertas sobre el escenario del teatro España. Es el único trabajo bien retribuido que hay en el país, incluso dos o tres veces, en negro, en blanco, en cuadros, con regalos a parientes y sobrinos sobrecogedores.
Alguna gente se resiste a ello, los educados a la antigua en creer hay diferencia entre el bien y el mal. Pero las reformas educativas van por otro lado y han dejado los libros de caballerías por el brutal realismo del sálvese quien tenga más balas y puntería: aquel que se salva sabe, los otros no saben nada.
Es la dictadura perfecta: si no gobierna el uno, que gobierne el otro que es la otra cara de la misma moneda con que se paga el soborno de la soberanía popular; el mismo perro con distinto collar, lo mismo da que da lo mismo, tanto monta. Entrambos se enseñan nuevos métodos de robo en comandita con empresarios, banqueros, sindicalistas, putas y periodistas de hoja caduca, en comandita con cualquiera menos con el pueblo, siempre mentido, siempre engañado, siempre despreciado y nunca, nunca, nunca oído.
Por supuesto, no todos entre ellos son corruptos; hay una casta de carapintadas de sonrisa idéntica que sirven la nueva mentira otoño invierno para que los auténticos ladrones puedan obrar a su sombra y a su antojo con la ilusión de que ya los pagarán después con un puesto en un consejo bancario y tal, prebendados que son en realidad prevendidos y prebandidos. Por lo general, esos personajes aparentes están colocados en puestos visibles casi importantes, mientras que los puestos resolutivos están tomados por la gentuza al servicio de la máquina de no hacer nada salvo robar.
Por demás, hasta tenemos nuestra propia Padania, Catalania, y nuestro propio Umberto Bossi, Artur Massi o Messi, qué Más da. Y nuestra propia mafia, la Cosa Nostra de Castilla La Mancha, en realidad diecisiete garduñas a cual peor. Mucho ladrón para tan poco dinero; la menguante clase media está medio asfixiada. Ojalá entre el dinero de fuera lo antes posible; al menos conocen menos el paño guarreras que aquí se estila y así nos dejarán en paz a nosotros.
Alguna gente se resiste a ello, los educados a la antigua en creer hay diferencia entre el bien y el mal. Pero las reformas educativas van por otro lado y han dejado los libros de caballerías por el brutal realismo del sálvese quien tenga más balas y puntería: aquel que se salva sabe, los otros no saben nada.
Es la dictadura perfecta: si no gobierna el uno, que gobierne el otro que es la otra cara de la misma moneda con que se paga el soborno de la soberanía popular; el mismo perro con distinto collar, lo mismo da que da lo mismo, tanto monta. Entrambos se enseñan nuevos métodos de robo en comandita con empresarios, banqueros, sindicalistas, putas y periodistas de hoja caduca, en comandita con cualquiera menos con el pueblo, siempre mentido, siempre engañado, siempre despreciado y nunca, nunca, nunca oído.
Por supuesto, no todos entre ellos son corruptos; hay una casta de carapintadas de sonrisa idéntica que sirven la nueva mentira otoño invierno para que los auténticos ladrones puedan obrar a su sombra y a su antojo con la ilusión de que ya los pagarán después con un puesto en un consejo bancario y tal, prebendados que son en realidad prevendidos y prebandidos. Por lo general, esos personajes aparentes están colocados en puestos visibles casi importantes, mientras que los puestos resolutivos están tomados por la gentuza al servicio de la máquina de no hacer nada salvo robar.
Por demás, hasta tenemos nuestra propia Padania, Catalania, y nuestro propio Umberto Bossi, Artur Massi o Messi, qué Más da. Y nuestra propia mafia, la Cosa Nostra de Castilla La Mancha, en realidad diecisiete garduñas a cual peor. Mucho ladrón para tan poco dinero; la menguante clase media está medio asfixiada. Ojalá entre el dinero de fuera lo antes posible; al menos conocen menos el paño guarreras que aquí se estila y así nos dejarán en paz a nosotros.
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