jueves, 31 de mayo de 2018

El Juicio final

Cuando Alaska cantaba "se acerca el Juicio final" (Isis) Rajoy ya juzgaba que esas cosas en España se postergan y duran tanto que se podría vivir del cuento y no de un fatigoso registro de la propiedad en Santa Pola; no pensaba que un vago como él podría ser el primer jefe de un cártel mafioso expulsado del gobierno, que su dizque partido se desharía como un pedo en el viento y aún así continuaría en causas. Porque lo suyo tiene tela; quiero decir tela de juicio, y así ha terminado por caer en una de araña que él mismo se ha tendido, aunque pajarraco soso y vulgar y aunque en España haya más aforamientos que barreras en el ruedo. No ha sido lo bastante "fuerte", digo, para romperla.

Le han conducido a ella las malas compañías, pues es incapaz de enredarse con otra cosa que con la lengua, aunque quizá de tanto mirar a otro lado habrá perdido el sentido de lo recto y habrá caído; ya más parece un inquilino diagonal de El pato mareado que otra cosa. Tan pasotivo era (qué criminal es el pretérito imperfecto). La justicia va lenta como el elefante, incluso más lenta que Rajoy, pero tiene su memoria y no olvida nunca, dicen; y la tortuga, como la flecha de Zenón / Paris, termina por alcanzar a Aquiles, el ligero de pies, pero clavado de talón, como alcanza el toro a don Tancredo / Mariano. Es el destino. Lo malo es lo que ha tardado; incluso se le ha echado encima un billón de abuelos hambrientos.

No sé; los elefantes españoles deben tener alzhéimer. No me extraña que la especie corra peligro de extinción. Lo que sí abundan son los animales carroñeros que viven de lo corrupto o los percebes gallegos que se agarran a los peñascos como no hay. Leo toda la befa, mofa y cuchufleta con que le están porculizando y no hay badana que lo aguante; hasta da un poco de pena. O de grima: la que brinda un paquete zarandeado por las hostias sin consagrar de Urtáin. Pero él sigue a su bola. Lo suyo no es cambiar precisamente. 

Uno está desajustado. Alaska no es su banda sonora, ni siquiera El ocaso de los dioses; la verdad, le cuadraría mejor Paquito el chocolatero. Que Rajoy no es precisamente el ángel derrengado que hay más arriba de la cuesta de Moyano, justo detrás de Baroja, y no hay Milton que lo cante de lo soso que es. A Rajoy siempre le han ido los Pacos y se abanica con el Caudillo, que acuñaba en sus pesetas "por la gracia de Dios". No sé cómo los católicos permitían tanto absolutismo. Yo creo que a los galaicos les viene de los bárbaros suevos.

Uno es más de la Movida, aunque me gusta recordar, más que a Alaska, a una lúbrica y apuesta gitana holandesa de padre húngaro y sangre rusofrancesa que también acaba en -ska y cantaba en inglés, Mariska Veres, cuyo Venus fue todo un éxito y ha terminado soltera, gorda y rodeada de gatos. Les pongo el enlace por si la quieren no digo que oír, sino auscultar. Aunque a muchos ahora les vaya más la rumpología, como al mismo Rajoy. Las canciones vulgares poseen la virtud de hacer revivir todo el pasado, como las magdalenas de Proust.

Pero yo les hablaba el otro día de otras antigüedades (también) como el llorado José María Íñigo. Uno colecciona biografías y hasta ha reconstruido y escrito algunas, así que busqué si había escrito alguna otra más, y la encontré, Ahora hablo yo (2004); la pedí a un librero de viejo. El título es muy parecido al de las memorias de Antonio Gala (Ahora hablaré de mí), y leyéndolas se entiende: resulta que es su vecino; defraudan un poco, porque las de Gala son divertidísimas y, por supuesto, mejor escritas. Es porque se trata de una autobiografía muy reservada (no habla de su segundo matrimonio, y, por ejemplo, oculta que solo tiene los estudios elementales, lo que en una primera versión que ya cité citaba explícitamente), porque los periodistas suelen ser muy pudorosos con sus recuerdos (a excepción de Cándido, Carlos Luis Álvarez, que escribió un par de memorias excepcionales en todos los sentidos, aunque lo hizo porque sabía que se moría). Los que han dado tanto la cara (y el bigote, en su caso) en tv suelen ser muy celosos de su intimidad. Además es más una recopilación de dictados al magnetófono (al que se ha pegado una versión expurgada de la autobiografía que ya cité en el artículo anterior), como él mismo cuenta, que otra cosa. Pero como el artículo se pasa ya de largo, señalaré tan solo, ya que el señor Manuel Valero ha hablado, y con conocimiento de causa, de la censura, que la gran mayoría de las cosas que cuenta son por el respecto. Echaré mi cuarto a espadas escogiendo solo un texto a título de ejemplo, ahora que es probable que Pedro Sánchez derogue la ley mordaza de Rajoy (más difícil será que eche al director del Banco de España al que le han hecho  nombrar los bancos hace dos días: los bancos tienen la vista muy larga y le han hecho un contrato blindado):

En el transcurrir de la tertulia de "Directísimo", el señor Herrero de Miñón dijo: "-¿Y por qué, en lugar de hablar de esto, no hablamos de los fondos reservados de que dispone Felipe González?" Naturalmente, no hablamos de los fondos, pero el hombre lo sugirió. Al día siguiente, me llamaron del despacho del director general y veinticuatro horas después de las felicitaciones, el programa se eliminó automáticamente. Lo curioso del caso es que unos días después, en el programa "La Clave", el mismo Herrero de Miñón le preguntó al director del programa, José Luis Balbín:  "-¿Aquí se puede  hablar de todo? Porque, la semana pasada, estuve en el programa de Íñigo y le sugerí que hablásemos de los fondos reservados de Felipe González y le han quitado el programa". Balbín, inocente, le dijo que eso nunca pasaría en su programa porque era "un foro de comentario libre", etc. Pues ese fue su último programa. Y así, el mismo motivo que acabó con "Directísimo", terminó con "La Clave" (pp. 178-179).

Ya ven; algo parecido cuenta Cándido. Pero en Ciudad Real, a Dios gracias, no ocurren esas cosas. Como dijo José Utrera Molina en sus memorias Sin cambiar de bandera, hablando de cuando fue gobernador civil de esta ciudad, antes villa, aquí "hay gentes espléndidas, abnegadas y veraces que constituyen el basamento entrañable de la España verdadera", p. 43.

No hay comentarios:

Publicar un comentario