sábado, 31 de julio de 2021

Rafael Amor, No me llames extranjero

Rafael Amor, No me llames extranjero


No me llames extranjero,

porque haya nacido lejos,

o porque tenga otro nombre

la tierra de donde vengo.


No me llames extranjero,

porque fue distinto el seno

o porque acunó mi infancia

otro idioma de los cuentos.


No me llames extranjero

si en el amor de una madre,

tuvimos la misma luz

en el canto y en el beso,

con que nos sueñan iguales

las madres contra su pecho.


No me llames extranjero,

ni pienses de dónde vengo,

mejor saber dónde vamos,

a dónde nos lleva el tiempo.


No me llames extranjero,

porque tu pan y tu fuego,

calman mi hambre y mi frío,

y me cobija tu techo.


No me llames extranjero,

tu trigo es como mi trigo,

tu mano como la mía,

tu fuego como mi fuego

y el hambre no avisa nunca,

vive cambiando de dueño.


No me llamas extranjero

porque me trajo un camino,

porque nací en otro pueblo,

porque conozco otros mares

y un día zarpé de otro puerto,

si siempre quedan iguales

en el adiós los pañuelos

y las pupilas borrosas

de los que dejamos lejos.

Los amigos que nos nombran

y son iguales los rezos

y el amor de la que sueña

con el día del regreso.


No me llames extranjero,

traemos el mismo grito,

el mismo cansancio viejo

que viene arrastrando el hombre

desde el fondo de los tiempos,

cuando no existían fronteras,

antes que vinieran ellos,

los que dividen y matan,

los que roban, los que mienten

los que venden nuestros sueños,

ellos son los que inventaron

esta palabra, extranjero.


No me llames extranjero

que es una palabra triste,

que es una palabra helada

huele a olvido y a destierro.


No me llames extranjero

mira tu niño y el mío

como corren de la mano

hasta el final del sendero.


No los llames extranjeros,

ellos no saben de idiomas

de límites ni banderas,

míralos se van al cielo

con una risa paloma

que los reúne en el vuelo.


No me llames extranjero,

piensa en tu hermano y el mío,

el cuerpo lleno de balas

besando de muerte el suelo.


Ellos, no eran extranjeros,

se conocían de siempre

por la libertad eterna

e igual de libres murieron.


No me llames extranjero,

mírame bien a los ojos,

mucho más allá del odio,

del egoísmo y del miedo,

y verás que soy un hombre,

no puedo ser extranjero.

No me llames extranjero.


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