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David Solís, "El genocidio de Bengala que los ingleses provocaron y del que nadie habla", Cultura Colectiva, 31 de marzo de 2017 [Las terribles imágenes del mismo en este enlace, así como el artículo]:
“El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo”. “Mejorar es cambiar; ser perfecto es cambiar a menudo”. “La política es casi tan emocionante como la guerra y no menos peligrosa. En la guerra nos pueden matar una vez; en política, muchas veces”. Al leer estas frases, pertenecientes a Winston Churchill, ex primer ministro británico en dos periodos (1940-45 y 1951-55), uno pensaría que este hombre era un optimista, un gran líder y un hombre de mucho carisma. Sin embargo, la historia nos dice que detrás de esta fachada luminosa se encuentra una oscura verdad: Churchill llevó a cabo una estrategia económica y militar en Bengala, India, durante la Segunda Guerra Mundial, que provocó una hambruna que terminó matando a millones de personas. Este tema no es recurrente en los libros de historia ni es recordado como un hecho controversial. Sin embargo, vale la pena hacer una revisión del mismo para dar a conocer uno de los hechos más crueles y lamentables de la historia mundial.
Sobre todo, lo que provocó esta hambruna fue la decisión de Churchill de hacer llegar la mayoría de granos y víveres a sus soldados hasta Oriente Medio y Egipto, donde se hallaban defendiendo el Canal de Suez de los ejércitos de Italia y Alemania, dejando de lado a la población civil, la cual se quedó prácticamente sin alimento. Además el gobierno inglés decidió adueñarse de todo medio de transporte que pudiera llevar alimento a las comunidades de Bengala, tales como camiones, autos, motocicletas y hasta elefantes de carga. Aunado a ello, los dirigentes ingleses se adueñaron de diversos campos de cultivo de arroz para convertirlos en pistas de aterrizaje.
Las protestas ante tamaña injusticia no se hicieron esperar por parte de la población civil y grupos políticos molestos ante esta decisión que estaba matando a la población. Las revueltas fueron aplastadas por los soldados ingleses de manera violenta, provocando la detención de más de 60 mil personas y la ejecución de unas 2 mil 500. Pacifistas como Mahatma Gandhi luchaban porque la población obtuviera no solo la independencia de Inglaterra, sino los alimentos necesarios para su sobrevivencia.
Los víveres no solo eran destinados a los frentes de guerra, sino que otra parte iba directamente a Inglaterra para alimentar a la población de las grandes ciudades. Se estaba provocando en Bengala una hambruna de proporciones colosales. Churchill, cruel y déspota, dijo sobre esta situación y los indios que eran una raza débil que se había reproducido en exceso y que ahora tenía que pagar las consecuencias de verse en la escasez por su sobrepoblación. Y añadió: “las peores personas del mundo después de los alemanes son los indios”.
El Secretario de Estado, Leo Amery, pensaba, al igual que Churchill, que los indios eran una raza condenada de antemano y que la prioridad del gobierno inglés debía centrarse en apoyar por completo a sus soldados en la lucha que sostenían. Así fue como la cadena de hambruna fue en aumento: las pequeñas poblaciones fueron las primeras en padecer los rigores de la escasez, la cual llegó de manera trágica hasta los asentamientos más grandes. Por semana se registraban alrededor de 10 mil muertes y los cadáveres podían verse a simple vista en las banquetas sin que nadie pudiera evitarlo. Familias enteras morían en el interior de sus hogares y los niños eran los más propensos a fallecer de forma más rápida.
Algunas familias llegaban al extremo de sacrificar a los más pequeños o los más ancianos para que los demás pudieran tener más posibilidades de obtener alimento. Los perros incluso sufrieron por esta escasez, sembrando las calles con sus cadáveres. Hubo intentos desesperados por obtener algo de alimento: las mujeres comenzaron a prostituirse en las calles, las familias vendían a sus hijas a familias pudientes como sirvientas con tal de que pudieran sobrevivir, muchas familias pusieron a la venta sus hogares o escasas pertenencias. Era una desesperación trágica la que se veía en Bengala y en otras ciudades grandes como Calcuta, Howrah, Midnapur, Faridpur o Barisal.
La alta proliferación de cadáveres en las calles comenzó a causar enfermedades como el cólera, tifus o disentería. Algunos cuerpos eran arrojados a los ríos para que la corriente los llevara hasta el mar.
Sin embargo, esta situación no podía pasar desapercibida durante más tiempo: el periódico Statesman fue el primero en percatarse y denunciar el acontecimiento. Otro personaje que fue vital para que el mundo se enterara de lo que estaba pasando en la India fue el fotógrafo Ian Stephens, quien se dedicó a recorrer las calles de Bengala sacando imágenes de la tragedia que se vivía en la ciudad.
El suceso fue aprovechado por los rivales de los ingleses para denunciar a nivel internacional lo que estos hacían y justificando de esa manera la guerra contra ellos. No quedó más remedio a los altos mandatarios ingleses que comenzar la repartición de víveres a Bengala, más por la presión mediática que por iniciativa propia. Algunos países como Australia y los Estados Unidos, además de algunas naciones latinas, enviaron alimentos a la India como una ayuda ante la desesperada situación de sus habitantes. Fue en 1944 cuando la situación comenzó a estabilizarse en favor de la población india.
Más de 3 millones de personas murieron en Bengala, India, debido a esta terrible situación. Se trata de uno de los crímenes en contra de la humanidad más terribles y deshonestos de que se tenga memoria. Jamás será válido atentar en contra de la vida de millones solo por ganar guerras inútiles y despiadadas que dejan una huella imborrable en la humanidad.
II
Artículo de la Wikipedia española sobre la Hambruna de Bengala en 1943.
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